viernes, 21 de junio de 2013

Las lecciones de Brasil




            En varios artículos anteriores, desarrollé un concepto (que denominé “democracia de a pie”) con el cual  intentaba describir esta situación tan extendida que están mostrando las poblaciones de reclamar en forma activa por cualquier motivo de queja, sin confiar en las autoridades o esperar las mediaciones del sistema. Esa situación que va desde un corte de ruta ante un pibe atropellado, desde la quema de una comisaría ante un crimen donde la gente juzga que hay inacción policial, hasta las manifestaciones multitudinarias que vemos ahora en Brasil, llegando incluso a la acción armada como en Siria o antes en Libia. 


             Si bien es cierto que siempre hubo manifestaciones populares, estas tenían por lo general una conducción y se asimilaban a las mediaciones institucionales (Parlamento, Partidos, Sindicatos, Justicia, Policía, Iglesia, etc), A diferencia de otros procesos anteriores, éste tiene la particularidad de no tener direcciones firmes o consolidadas, de no estar adscriptas o reconocerse parte de un movimiento político específico ni de aceptar someterse a la autoridad indiscutida de nadie. 


             Como es lógico, todo evento tiene una dirección. Alguien está al frente (sea un individuo o un colectivo) o alguien es reconocido como guía. Pero en este proceso, solo es reconocido en tanto y en cuanto responda a los deseos de la gente, de respuesta a su reclamo. Ya no es tan abierta la posibilidad, antes normal, que una dirección, solo con su autoridad, frene un proceso en marcha aún en contra de lo que motivó ese proceso, sólo por la confianza que la gente le tenía por acciones pasadas. Incluso quien llama a movilizar (y lo que pasa en Brasil es un ejemplo) puede ser un grupo pequeño, pero que pide algo sentido por la gente. Y la gente se suma sin banderías políticas. Solo por la unidad en los reclamos. 


             Aún los gobiernos como el kirchnerista que se pararon sobre la ola de indignación que generó la crisis  del quiebre del reaganismo y sus políticas monetaristas y “liberales” (esa crisis que ahora llegó a Europa y EEUU), se sostienen sobre la base de responder a las demandas. ¿No es Brasil la muestra de la poca paciencia de la gente cuando esto no se da? Como lo fueron el 20N y el 18A en Argentina, o los paros de Moyano? La diferencia con lo anterior en este punto es que no hay propuesta superadora......que haya surgido aún.


             En Brasil, las movilizaciones comenzaron por un llamado del Movimiento Pase Libre (MPL) organizado por un grupo de estudiantes de San Pablo  y según una encuesta realizada en las marchas, el 71% de los manifestantes no se sentía parte de ningún partido político. Es más, se le reclamó lo mismo a los poderes Federal, Estadual o Municipal, sin importar que partido gobernaba cada uno.


La ciudad de São Paulo, cuyo tránsito es uno de los más caóticos del mundo, tiene también uno de los precios del transporte más altos y una red de metro que es considerada insuficiente para atender la demanda de una población de más de 11 millones de personas. El precio de un billete de autobús cuesta lo equivalente a 1,13 euro, un aumento de un 6,7%, en una ciudad en la que el sueldo mínimo vale cerca de 266 euros.


Según datos difundidos por el MPL, por lo menos 37 millones de brasileños dejaron de usar autobuses por falta de dinero. “No tener acceso al transporte, es no tener acceso a la ciudad”, dicen manifiestos del grupo, que defiende el transporte gratuito. En São Paulo, es cada vez más notorio, el número de personas que usan bicicletas para ahorrarse el billete, a pesar de que la ciudad no ofrece ninguna seguridad para usar ese tipo de vehículo y del aumento de muertes de ciclistas


Como siempre, los números están en discusión, pero al menos más de 250.000 personas hasn salido a las calles en más de 80 ciudades del país (y ese número aumento enormemente en las marchas del jueves), superando el reclamo inicial y protestando por los multimillonarios gastos públicos en la Copa de Confederaciones y el Mundial y para exigir un transporte público mejor y más barato, y salud y educación pública de calidad.  Las manifestaciones se expandieron rápidamente y la causa se amplió a denuncias contra los 15.000 millones de dólares destinados por el gobierno al Mundial de Fútbol del año próximo. Los manifestantes piden ese dinero para viviendas degnas, salud y educación pública de calidad,  en este país donde existe aún una gran brecha entre pobres y ricos. 


Por ejemplo, se va a construir un estadio en Brasilia (con sus obras anexas) por un valor de 500 millones de dólares, donde el equipo local juega en los que aquí sería la B Metropolitana. Otro ejemplo de abuso económico es en Fortaleza, donde el Gobierno tiene un proyecto de un acuario gigante que va a costar casi 100 millones de dólares, un costo muy superior a todo lo invertido en el año para combatir la sequía,  que fue la mayor de las últimas décadas. En algunas de las ciudades donde hay protestas ahora, como Minas Gerais, Brasilia, también Río de Janeiro, uno de los temas por ejemplo es el hecho que durante el Mundial y la Copa de Confederaciones está prohibido manifestarse y eso es violatorio de la Constitución. Alrededor de los estadios hay dos kilómetros donde la FIFA tiene una zona de exclusión,  eso significa que ahí no se pueden hacer protestas ni vender ningún producto que no sea licenciado por la FIFA  entonces, muchos vendedores ambulantes que tradicionalmente trabajaban alrededor de los estadios están impedidos y excluidos de la fiesta.


            Las protestas ocurren en un momento de magro crecimiento económico (0,6% en el primer trimestre) y una inflación en alza (6,5% anual en mayo, el techo de la meta oficial). Los alimentos, a los que la población es más sensible, han subido más de 13% anual.


            No percibir el vínculo entre las calles y el ciclo histórico generalmente es mortal para los liderazgos, más en esta época. Creer que el nexo en los casos de las recientes protestas en San Pablo, es el aumento de 20 centavos en una tarifa de transporte congelado desde Enero 2011, es pecar de ingenuo. Suponer que el orden entre una cosa y otra puede ser restablecido sobre la base de palazos y piedrazos es el pasaporte para el desastre. Desastre progresista, se entiende. Intentar decir que los manifestantes representan a la derecha es casi infantil. Igual, como es típico, así empezó el Gobierno “progresista” del PT, reprimiendo con la Policía, hasta que la masividad obligó a Dilma a reconocer la validez del pedido e incluso llamando al PT a participar en las movilizaciones, intentando, calculo, desviar su objetivo. 


Frente a esa presión, que ha movilizado a cientos de miles de personas, ya varios ayuntamientos anularon el aumento de las tarifas del transporte. A la revocación del alza se sumó este miércoles la ciudad de Sao Paulo, donde comenzaron las protestas y que tiene como alcalde a Fernando Haddad, del PT, quien se había mostrado reticente a aceptar las demandas del MPL.


            La democracia de a pie es muy poco respetuosa del “progresismo”, del “socialismo nacional”, de los “izquierdistas” que aplican y avalan ajustes contra el pueblo. En fin, por suerte, es poco respetuosa de ningún liderazgo que defeccione aunque sea un poquito. ¡¡¡Viva esa democracia!!! ¡¡¡Todo el poder en las calles!!! Es una buena alerta social para que, el que quiere ser “progresista” los sea en serio