Basado en
un artículo de Breno Altman (Le Monde Diplomatique)
El progresismo de los gobiernos supuestamente
“izquierdistas” de América Latina (y el mundo en general) funciona mientras se
puede poner más vino en tetrabrick, arroz y porotos en los platos de los pobres
sin alterar el consumo de champagne, caviar y whiskey de los ricos. Cuando esto
no sucede, se restringe el tetra, el arroz y los porotos, siempre sin alterar
el plato de la buena comida.
Un ejemplo de esto es el Gobierno
del PT en Brasil. Recién ganadas las elecciones a la supuesta “derecha”, Dilma
nombró como Ministro de Economía a Joaquim Levy, formado en la Universidad de
Chicago (como Martinez de Hoz o Cavallo) y que nunca fue miembro del PT, aun
cuando ya Levy había anunciado hacía meses que su primera medida sería recortar
las prestaciones sociales (es decir, reducir el arroz y los porotos). El prestigioso periódico económico brasilero Valor económico, el 16 de enero
diagnosticó que “Dilma capituló ante los mercados”. Y nadie podría tachar a ese
periódico de izquierdista ni populista.
Pero Dilma está aplicando las
recetas monetaristas tradicionales que todo el mundo temía que aplicara la “derecha”
si ganaba las elecciones. Lo mismo de siempre. Se comprometió a lograr un superávit
fiscal y para ello va a reducir los gastos e inversiones públicas, incluso en
salud y educación y recortando las subvenciones a los bancos públicos
obligándolos a elevar sus tasas e impedir el acceso al crédito de los sectores
con menos recursos. Todo sin tocar en lo mínimo al sector financiero y a los
brasileros más ricos.
Todavía no tocó la ley de ajuste de
salarios sobre el crecimiento y la inflación a la vez y los programas de lucha
contra la pobreza. Por ahora. Ya en 2011 Dilma comenzó con la aplicación de
algunas de las recetas del ajuste típico de los neoliberales y las inmensas
movilizaciones populares pusieron un freno al proceso. ¿Se animará ahora a
enfrentarse a la furia de los descontentos con el giro del PT? Porque es
evidente que no intenta enfrentarse a las 20 grandes familias dueñas del 80% de
los títulos de la Deuda Pública (es decir, va a garantizar el champagne y el
caviar a costa de los porotos).
Es decir, la conocida receta.
Mientras hay y sobra, repartimos. Cuando escasea o falta, pagan los de abajo.
Con Cardozo, con Lula, con Dilma o con Aécio Neves. Las diferencias son solo de
estilo. En el fondo, todos responden a los mismos amos. ¿Se acuerdan de la
vieja estrategia del policía bueno y el policía malo? Es algo así. Pero todos buscan
lo mismo. Que no falte el champagne y el caviar.
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