Para analizar la movilización opositora en forma más
clara, creo conveniente despejar algunas discusiones. Por ejemplo la cantidad
de gente. Sin tomar en serio los
delirantes dichos de Macri “Fue la
movilización más grande de la
Historia” “En Buenos Aires hubo un millón de personas” -(se
ve que el 17 de Octubre o Ezeiza o el
acto de cierre de Alfonsín no los estudió)
¿Fue mayor o menor que la del 8N? No es relevante. Ni fue el doble ni fue la
mitad. Estuvo más o menos en las mismas cifras. Quizá con un poco más de
organización y presencia en el interior. Pero no es el número de concurrentes
lo que destaca a esta expresión antigubernamental de la anterior.-
¿Reflejó los mismos sectores sociales? También. Puede
que haya habido pequeños cambios, pero no fue solo la expresión de los barrios
“chetos” ni se hizo sentir en las barriadas obreras. Al igual que el 8N fue
expresión mayoritariamente de la clase media urbana, sectores de la rural y de
la clase media alta. Y esto es siguiendo la definición marxista de clases. No
hablamos de pobres o ricos si no de cuentapropistas, empleados, profesionales,
chacareros, etc. No de trabajadores fabriles o sindicatos que, aun cuando hayan
concurrido, no le dieron el tono ni por asomo al evento.-
No fue un cacerolazo. No es un dato menor. El
cacerolazo expresa una furia intensa y momentánea. Esto fue una movilización
serena y más reflexiva. y este es un dato que el Gobierno debería anotar. Tiene
todos los visos de haber llegado para quedarse. No es un fenómeno pasajero. Los
únicos lugares de furia fueron allí donde había un reclamo urgente (Saavedra
contra Macri y el Gobierno, por las inundaciones).-
¿Que hizo el Gobierno? Nada, como antes. Miró para
otro lado. Sigue con el método de no tomar en cuenta la expresión de este sector
de la sociedad. ¿Que actitud tomaron los dirigentes de la oposición? Salvo
Macri (que corría el riesgo de sufrir reclamos en la Ciudad que gobierna), los
demás hicieron presencia y rostro para las cámaras, repitiendo (como si se
hubieran puesto de acuerdo), el mismo discurso general y difuso de las
consignas de la marcha, sin proponer nada concreto para la acción (que ninguno
de ellos puede encabezar ni tienen programa que los unifique para hacerlo).
Pueden leer extractos de sus dichos en http://www.infobae.com/notas/706583-Lideres-opositores-estuvieron-en-la-movilizacion-y-prometieron-unidad.html.-
¿Las consignas? Cambiaron. Como también cambió la
organización. Se notó la injerencia de los sectores políticos y de los medios.
No abundaron los ¡Andate yegua! de la vez pasada. La mayor parte de las
consignas fueron dictadas por los editoriales de Clarín y La Nación o los discursos de
los políticos que adhirieron: ¡No a la reforma judicial! ¡Por la defensa de la
división de poderes! ¡Contra la corrupción (Baez - Fariña - etc)!.-
En fin. Se sigue mostrando viva la participación
popular en las calles (más allá de la idea política que represente), sigue
siendo esta y no los que intentan ser líderes de la oposición (un trono que aún
está vacante) la mejor expresión de protesta contra el Gobierno. Y sigue siendo
la clase media el motor de la oposición. El Gobierno sigue autista. Fue un
round más de la pelea que viene desde hace bastante tiempo.
El mayor problema, la mayor preocupación, el mayor
peligro para Cristina y el kirchnerismo sigue estando dentro de sus propias
filas, mientras la situación económica le siga dando aire. Pero, en este mundo
en crisis, el aire parece que empieza a ser un bien escaso.