Faltan dos semanas para las
elecciones. Un aroma a fin de ciclo se huele en el aire. ¿Fracasó el
kirchnerismo? Eso sería según como se haga el balance. Veamos:
En el 2001 el país estalló. El modelo
económico iniciado en el 75 por Isabelita y Rodrigo y llevado a fondo por Martínez
de Hoz, modelo que tenía por fin la primarización del país, el retorno de la
renta agraria a sus dueños originales (la burguesía terrateniente) y la
realización de dicha renta mediante la Deuda Externa, convirtiendo a la gran
burguesía en rentistas financieros, terminó de estrellarse con el inevitable
precipicio a la cual llevó al país.
Y la gente salió a exigir “que se
vayan todos”, dejando al país sin nadie capaz de dirigirlo (la sucesión de presidentes
sobra a modo de constatación) y a la democracia burguesa pendiendo de un
hilo. Tal era la situación que dos impensables peronistas de derecha tomaron
medida cuasi revolucionarias. Rodriguez Saa decretó el no pago de la Deuda y
Duhalde las Retenciones a la Renta Agraria. Pero nada alcanzaba y costaba hacer
entrar en cauce a la población que descreía de todas las instituciones. En ese
marco apareció Kirchner.
Mediante un Gobierno de Frente
Popular (en alianza con la burocracia sindical -Moyano al frente-) giró todo a
la izquierda que necesitó para restaurar el Estado. Volvió a poner al Plan
Pinedo en marcha (sustitución de importaciones, mercado interno - con aumento
salario obrero incluido -, Mercosur, achicamiento de las FFAA, etc) hasta reconstruir
la confianza de la gente en el voto y los
políticos (la mayor parte los mismos que se pedían que se fueran).
Pero no tomó ninguna medida de
fondo. Ni dejó de pagar la Deuda, ni estatizó los servicios (salvo los que las
privadas casi quebraron), ni recuperó el desarrollo de las ramas de punta de la
industria (polo petroquímico, cohetería espacial, etc), ni creó la
infraestructura para un salto en el desarrollo (más y mejor energía, mejorar
transportes, puertos, etc.), ni tocó un pelo de las prebendas de la nefasta
burocracia sindical. Y de a poco, crisis mundial mediante, volvió a la normalidad
de un gobierno normal. Se puede decir que, desde el punto de restaurar el
sistema, casi lo logra. Salvo que la gente se resiste a desmovilizarse.
¿Y ahora?. La figurita de Massa
tiene poco sustento y el resto de la oposición es cartón pintado. Por eso todos
quieren que Cristina continúe hasta terminar el mandato. Le piden que se
encargue ella de aplicar el ajuste. Que haga el trabajo sucio. Porque ninguno
está en condiciones de hacerlo. Y como es común en las experiencias “progresistas”,
empiezan por la izquierda y terminan en la derecha. El problema es que la gente
no quiere girar a la derecha. Está esperando que Cristina o Massa (que se
presenta como el sucesor) arreglen los “problemitas” y todo vuelva a la buena
senda anterior.
Como eso no va a suceder, un sector
de la población lo entendió y giró a la izquierda. Eso explica el millón de
votos de la izquierda (la real, no Donda ni Binner) y las altas votaciones en
Salta, Mendoza y otros lugares. Y habrá que ver cuál es el resultado de las próximas
elecciones. Pero es el único sector nuevo que creció exponencialmente. ¿Seguirá
creciendo? Depende De la izquierda, tan proclive a desunirse ni bien tiene un
poquito de aire. De que la gente siga reclamando y exigiendo, lo cual parece
que es la tónica en el mundo (como en Brasil, Turquía, Libia, Siria, etc).
Y que el pánico no ponga en el
centro de la escena la Ley Antiterrorista, aggiornamiento de la Ley de
Residencia (que tuvo vigencia entre 1902 y 1956) y del Plan Conintes (hasta
2012). Porque está permitida toda experiencia “progresista” que no cuestione la
ganancia de las grandes patronales y no ponga en tela de juicio quién manda de
verdad en el país. Más allá de eso, no. Más de 4000 dirigentes sociales y políticos
judicializados son una muestra. La democracia sindical, las decisiones de la
base por Asamblea, están prohibidas aún en el más nacional y popular de los
Gobiernos.
No sea cosa que los trabajadores y
el pueblo quieran que la plata vaya para salarios, educación, buenos servicios,
jubilaciones, etc. en lugar de irse del país por la fuga de capitales o el pago
de la Deuda. O que se cuestione las fabulosas ganancias de los grandes pulpos
capitalistas. Porque el cinturón solo se aprieta para los de abajo. Y llegó el
momento de apretarlo.