martes, 8 de abril de 2014

El Paro de Moyano




            El jueves 10 está llamado un paro por una larga lista de reclamos que incluye el llamado a paritarias libres, no descuento de Impuesto a las Ganancias o aumento del límite e incluso “vivir en paz”. Lo llama un sector sindical opositor al gobierno y se basa, centralmente en el reclamo de aumentos de salarios por sobre el “tope” del 27% que solicitó la UIA a través de De Mendiguren y que es defendido por el Gobierno para “no acicatear” el proceso inflacionario. El Gobierno y la patronal quieren paritarias por un año sin modificaciones y desde los convocantes al paro, se reclama ajuste por inflación. Venimos de 17 días de huelga docente que fueron necesarias para quebrar ese tope.

            Quienes son la cabeza visible de ese paro (Moyano y Barrionuevo) son totalmente impresentables. Son parte de la corrupta y patoteril dirigencia sindical peronista a la cual este Gobierno (como los anteriores) le defienden su extensa permanencia atornillados al sillón. Fueron aliados por años al kirchnerismo y ahora opositores y no se diferencian en lo más mínimo de los que quedaron del lado del Gobierno. Que el Gobierno (que persigue a las nuevas direcciones que surgen de la base y enjuicia a los nuevos dirigentes no corruptos) los condene por burócratas, ajenos a los trabajadores o corruptos es casi una broma más del relato oficial.

            Por lo tanto, ese día los trabajadores, más allá de toda la cháchara y las chicanas, tienen que optar entre apoyar el reclamo de recortar sus salarios o pelear por mayores incrementos.  No es muy difícil la opción. Les va a preocupar muy poco el pedigrée de los convocantes y menos aún la lista (casi desconocida) de los reclamos. El sueldo no alcanza y estos reclaman aumento. Es muy sencillo.

            Si se suma que en un día o menos, en una hora, con la devaluación hubo una brutal transferencia de dinero del orden de los 80 mil millones de dólares (el 25% del PBI) que no fue precisamente a los bolsillos obreros si no a los del gran capital y ahora está en discusión si son los obreros o no los que cubren ese hueco, queda más claro aún la línea divisoria y de que lado se ubica cada uno al optar.   Y esto se va a ver en el paro, como se vio el 20 de Noviembre.

            Las historias de golpismo, de paro llamado por Massa, y cualquier otra forma de esconder la discusión central, no convencen a nadie que no sea kirchnerista. Vamos a ver, según el discurso oficial, a los “progresistas” peleando para que la patronal consiga que el salario de los trabajadores sea el pato de la boda y a los sectores de derecha (Moyano y Barrionuevo) luchando por que el sueldo llegue a fin de mes. Es tan pero tan atravesado el planteo kirchnerista que según el mismo la derecha (Moyano y Barrionuevo) hacen el paro por golpistas mientras la derecha (De Mendiguren, la UIA y la gran patronal) defienden la política del Gobierno nacional y popular (el cual tiene esa enorme comprensión sobre el ansia de ganancia de los capitalistas y pelea para defender la ganancia de los De Mendiguren, pero considera desmesurado que un trabajador que gana más de $16.000 pretenda no pagar Ganacias)
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            Parece un chiste, pero es la triste realidad de la política argentina. Por suerte, está surgiendo una nueva camada de dirigentes sindicales y está creciendo un nuevo polo de agrupamiento de la vanguardia que, por suerte, no está dirigido por ningún/a dirigente forrado/a en plata, ningún/a amigo/a de los corruptos, ningún defensor/a de la patota sindical.  La mayoría de esos dirigentes (acérrimos enemigos de los Moyano, Caló y toda la burocracia sindical), con acertada ubicación de clase, llaman a parar el jueves 10.



martes, 4 de marzo de 2014

En respuesta a "The New York Times" y la Nación

       

     Ha salido un artículo en “The New York Times” (reproducido aquí por La Nación), sobre Argentina. Es un artículo de bajísimo nivel intelectual que vuelve al planteo de asegurar que Argentina era hace un siglo, más rica que Suecia, Francia o Japón y, centralmente por culpa del peronismo (fascistisoide, populista y corrupto), hoy está tan mal. “Brasil se va convirtiendo en Argentina, Argentina en Venezuela y Venezuela en Zimbawe” reza el texto. Como existen muchos “pensadores” en nuestro país que sustentan algo similar, sería bueno (no por el artículo, si no por estos amantes de los buenos viejos tiempos), dar una respuesta.

            Antes de empezar a darla sería bueno preguntarse, (sobre todo porque ese artículo sale en un periódico de la “democrática” republica de EEUU) si el aumento de la marginalidad mundial, la crisis económica, las penurias de África, Asia y en general todo el mundo salvo veinte o treinta países (donde también hay sectores en la miseria y la pobreza), si todo eso, en fin es obra del peronismo. ¿Cómo explicarían eso los que culpan al peronismo de todos los males del país? ¿Tendrá algo que ver el imperialismo y EEUU en particular con todo eso?

Bien, y ahora, la respuesta =

            Argentina era, alrededor de principios de siglo veinte, un país con enormes reservas y una situación financiera que la ubicaba en el 5° lugar entre las economías más sólidas del mundo. Esto es un hecho y los hechos no se niegan, se analizan. Tampoco se destacan en forma aislada y unilateral.

            Sería bueno comenzar por aclarar que Argentina llega a esta situación floreciente tras la represión y eliminación física en base a la política de aplastamiento y muerte de las montoneras, de todos los sectores del interior que defendían sus economías, sometiendo el país al dominio de una minúscula pero poderosa clase de terratenientes agrícolas rentistas. También logra ese "fantástico" bienestar tras los dos genocidios que le “limpiaron” el camino: la destrucción del Estado Paraguayo y la matanza del 75% de sus hombres y la erradicación (mediante el exterminio) de las tribus de pobladores originarios para ampliar la frontera agropecuaria. Sería bueno saber si eso es parte de lo que el Times, La Nación y los cipayos que le hacen coro también añoran y aplauden. Porque esta barbarie fue fundamental para lograr ese “maravilloso” país del cual hablan.

            Y esa represión, esa “tiranía” de la oligarquía terrateniente disfrazada de constitucional, no cambió por la Ley Saenz Peña. Continuó con la Ley de Residencia (ley anticonstitucional si las hay) que garantizaba la veda de la ciudadanía a los trabajadores (casi todos extranjeros). No votaban por extranjeros y estaban sujetos permanentemente al estado de excepción (por extranjeros). Esa fue la “idilica” democracia irigoyenista que cierra (según estos buenos muchachos), ese período “brillante” de la Argentina al cual desean volver. Por si hay dudas, las bandas armadas de la oligarquía matando obreros y realizando pogroms en los barrios judíos durante la Semana Trágica o la “heroica” gesta del Ejército masacrando obreros en el Sur por reclamar un mejor salario en la Patagonia Rebelde, muestran cual era la ley para los obreros que quisieran libertad o mejoras.

            ¿Alguien puede pensar que semejante represión estaba al servicio de mejorar la vida de las clases humildes? ¿Alguien puede ser tan caradura para decir que en ese contexto los trabajadores vivían bien? No, ni lo intentan, ni les preocupa. Esos nostálgicos de la época de la tiranía oligárquica, a esos que aún añoran que los trabajadores no tengan derechos para que el país (su país, no el nuestro) esté bien y en orden, no pueden entender por qué los trabajadores sean peronistas. Lo que se entiende muy bien es por qué esos son los mismos sectores que apoyaron el Proceso.
           

            Yo no soy peronista, pero eso no me impide entender el fenómeno del peronismo. Y hay, para ello, una clave esencial: los trabajadores fueron ciudadanos con Perón, no antes. Tuvieron derechos, se organizaron para reclamar sin ser reprimidos, organizaron sindicatos, votaron (incluso las mujeres) y tuvieron una parte de esa inmensa riqueza del país que antes se la guardaban 200 familias para sí, la renta agraria. Las razones por las cuales hizo esto son discutibles y la forma de verticalidad personalista que imprimió al movimiento también, así como la corrupción o la debilidad o falta de plan de desarrollo. Pero lo que no se puede discutir es que les dio a los trabajadores los elementales derechos civiles que la oligarquía se negaba a darles.
           

            Por eso, señores de La Nación, del Times o sus seguidores, los trabajadores, entre ese “perfecto” país de fines de siglo y el corrupto país de 1950, eligen sin dudar el segundo. Por esa misma razón nunca fueron radicales (aunque coyunturalmente hayan votado a Alfonsín). Y no lo son, aunque eso los lleve a luchar por un General que no es obrero y a atar su suerte a un sector de la burguesía que, indefectiblemente (como parte de su esencia de clase) los va a traicionar o va a defeccionar. Pero, hasta ahora, no vieron nada mejor que lo que el peronismo alguna vez les ofreció.

            Superar el peronismo no se logra volviendo a la dominación oligárquica, si no armando un movimiento político de y para los trabajadores, a fin de pelear por la parte de las conquistas que el peronismo no dio ni puede dar: librarse del doble yugo de la parasitaria y anacrónica burguesía de este país que es incapaz de elaborar un plan de desarrollo independiente y del imperialismo que no ha cesado de expoliarnos desde la colonia. Pero eso no puede ni soñar hacerse sin reivindicar el proceso que el peronismo encarnó.



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sábado, 15 de febrero de 2014

Se terminó la fiesta


  
            En el año 2001 el país se encontraba al borde del estallido. No había nadie que pudiese contener la marea de descontento. Era tan grande el temor a las movilizaciones de masas que querían barrer con todo y todos, que se tomaron medidas extremas. Para que se entienda, dos representantes de lo más rancio de la derecha peronista tomaron medidas cuasi revolucionarias para la pacata, timorata y arcaica visión que de la política tiene nuestra esclerosada burguesía. Rodríguez Saa decretó el No pago de la Deuda Externa y Duhalde impuso las retenciones impositivas a la exportación de granos para obligar a una democratización mínima de la renta agraria.

            Pero eso no fue suficiente. Y desde el lejano sur vino la respuesta, sobre la base de la sojización, abrir la puerta a los pooles de siembra para que traigan las inversiones necesarias en tecnología verde,  expandir la frontera agraria y multiplicar por cinco o seis la cosecha. Con la enorme masa de dinero que las retenciones sobre esa producción hicieron ingresar a las arcas del Estado, dar respuesta a las necesidades populares, ampliar el mercado interno y volver a la sustitución de importaciones, completando la propuesta con la bandera de los Derechos Humanos. Y esto en el marco de un acuerdo con la CGT (Moyano) para ir encauzando el desborde.

            Pero, el resto quedó intocado. En los servicios (trasporte, energía, comunicaciones, etc) siguió sin cambios la política menemista del remate. Solo cuando la avaricia privada y la falta de control estatal llevó las cosas al límite, poniendo en peligro elementos básicos de los servicios públicos, cuando la quiebra de las compañías era casi un hecho, por necesidad y nunca por convicción o deseo, el Estado se hizo cargo de los muertos (AySA, Correo, Trenes, Aerolíneas, YPF) y ahora enfrenta la crisis de la electricidad. De la misma manera, la política de remate del país impuesta por el menemismo, continuó su curso en estos años en la minería, cubriendo la caja de la política.

            En el 2011 se rompió el Frente Popular, con el primer giro de timón. Ahora, el carnaval populista llegó a su fin. Para que quede claro: el 40% de las exportaciones argentinas ($ 85.000 millones de dólares) está en manos de 15 empresas (La Nación 30/7/11), o mejor, el 85% de las exportaciones está en mano de 150 empresas (informe CRA 12/2013). ¿Qué significa esto? Que el anuncio de Capitanich de la devaluación del 25% significó que cambiaron de mano en ese momento $ 18.000 millones de dólares. Hubo una reasignación de la renta, dándole a las 150 empresas monopólicas una masa de dinero igual a los presupuestos enteros para salud y educación. Eso es para que sepamos donde está la plata que nos van a decir que falta para dar aumento a los maestros, invertir en hospitales o cosas parecidas. La tienen Cargill, Nidera, continental, Techint, etc, etc...

            Si a eso le sumamos el “entendimiento” con el FMI y los acuerdos con el Club de París para volver a endeudar al país. Si a eso le sumamos la intención del Gobierno que las paritarias sean anuales (cuando los aumentos son día a día) y que no pasen del 25%, queda claro quién es el pato de la boda. Es correcto el titular del diario Perfil “La City festeja la ortodoxia K”. Volvieron los Golden Boys, no con Cavallo ni Redrado, sino de la mano de Kicillof y Cristina, con Scioli buscando dinero en EEUU para garantizarle a las grandes Empresas el flujo de divisas.

            Ahora, el decirlo, el intentarlo o el lograrlo son dos cosas distintas. Porque la gente no dejó nunca de movilizarse, han surgido por debajo una cantidad importante de listas alternativas a la vieja y corrupta dirección peronista de los sindicatos y no hay un solo político en el cual la gente confíe para que la pueda convencer de tragarse el sapo del ajuste. La alta votación del Frente de Izquierda solo fue un espejo anticipado de este proceso que se evidenció más fuerte en los eslabones más débiles de una clase política que hace mucho, al decir de Horowicz, dejó de ser una clase dirigente.

            El próximo round de esta pelea son las paritarias. Ya hubo un anuncio que presupone la aceptación de esta batalla: las clases no empiezan el 26 de febrero, tal como se anunció el año pasado. Y tengo muchas dudas que puedan empezar el 5 de Marzo.  El Gobierno tiene de su lado el aval de la CGT. Puede imponer en dos o tres grandes gremios su posición, puede que en más. Pero...uno solo de los gremios importantes que logre quebrar ese tope, hace saltar por los aires su política. Y, si el Gobierno no puede imponerla, va a convertirse en un limón exprimido al cual la burguesía ya le sacó todo el jugo y no le sirve más. Ese es el trasfondo del discurso de Cristina. Su aceptación a los dictados de las Grandes Empresas y su necesidad de vencer o morir en la aplicación de este ajuste. No son de placidez y calma los tiempos venideros.

domingo, 5 de enero de 2014

El juego de las diferencias




            Las diferencias entre las fuerzas electorales en pugna en cada país, de derecha a centroizquierda, cada vez tienen menos diferencias de fondo. A saber, se pelean acusándose de todo, injuriándose por hacer tal o cual cosa o dejar de hacer tal o cual otra, pero si están o estuvieron en el Gobierno, no hacen o hicieron nada diametralmente opuesto al que hoy detenta el poder.

            El caso paradigmático se da en Alemania, donde la Unión Demócrata Cristiana y el Partido social Demócrata, acaban de repartirse los ministerios después de haberse enfrentado en elecciones que sirvieron para dirimir.....nada. Cada vez más los partidos y agrupaciones políticas tienen más similitud con la política yanqui, donde dos partidos se enfrentan en elecciones para después gobernar con pocas diferencias de fondo.

            Francia, donde Mitterrand (socialista) fue quien desreguló la economía francesa y sus planes los continuó Chirac desde la Presidencia con alternancia de ministros socialistas y de derecha, sin que se noten cambios hasta la actual presidencia de Hollande. Y similar continuidad se dio en Inglaterra, con liberales y laboristas, en España, donde la burbuja financiera e inmobiliaria la empezó Felipe González, la continuaron Aznar y Zapatero y  ahora Rajoy intenta aplicar un ajuste que ya Zapatero había iniciado.

            Lugo, en Paraguay, aparece muy distinto a sus antecesores del Partido Colorado, pero el principal problema de la población paraguaya que es la terrible concentración de tierras en pocas manos (el 2% tiene en sus manos en 85%) y la sojización que hizo de Paraguay el 4° exportador mundial pero echó a los campesinos de sus propiedades, no se detuvo durante su Gobierno y la represión de la Policía al servicio de los terratenientes tampoco. Por eso cayó sin lucha. Para la gente terminó siendo un poco más de lo mismo.

            Lula no cambió en esencia los planes económicos de Henrique Cardozo más allá de alguna medida cosmética contra la indigencia. Tampoco Dilma. Por eso no fueron sorpresa para nadie que conozca la política brasilera las manifestaciones multitudinarias que saltaron por unos centavos de aumento en el transporte, pero que traían años de acumulación de miserias en la gente. Uno de los chistes más populares de Brasil el año pasado era que un brasilero le decía a otro “Brasil pasó a ser la sexta economía mundial” y el otro le respondía “¡Qué bien!, pero ¿qué tiene eso que ver con nosotros?”.

            Y así podríamos seguir con una lista cansadora país por país. Por eso, cada vez la gente se preocupa menos por la política y tiene menos expectativas en la salida electoral. Por eso el voto es tan fluctuante. Por eso nadie concita el entusiasmo popular por mucho tiempo. Por eso los espasmódicos estallidos populares masivos, por eso las “sorpresivas” revoluciones (como en el mundo musulmán), por eso la “democracia de a pie”, donde la gente expresa su reclamo cortando una calle, incendiando una comisaría, o saqueando.  

            En todos los casos, más allá de las caras que detenten el Gobierno, más allá de algún subsidio o asignación a los sectores más desvalidos, o algún derrame de un momento de buena economía, más allá de alguna medida progresiva en el aspecto democrático (matrimonio igualitario, condena a represores, legalización de la marihuana), en materia económica, la receta es parecida en todos lados. Lo que cambia es de qué manera se aplica, de acuerdo a si se viene de un proceso de estallido popular (como en Venezuela, Ecuador, Bolivia o Argentina) o se viene de un momento de quietud social.

            Privatización de servicios públicos, aumento de la desigualdad social, concentración de la economía, medidas de protección a bancos, grandes ganancias del mercado especulativo y pago de la Deuda Externa son los pilares de todo plan económico, desde Irkustk a Usuahia, de Seul a Guayaquil, pasando incluso por la otrora poderosa Europa (hoy llena de planes de ajuste neoliberal, con desempleo y miseria). Y ello en el marco de un proceso contradictorio, donde una parte importante de los países emergentes (Rusia, India, China, Sudáfrica, Angola, Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, etc) vienen de una década de expansión económica  que les permitió dar algunas mejoras al salario social.

            Pero, aún allí, cuando la crisis de la economía mundial los toca, el sistema de ajuste siempre tiene la misma vara. La tijera siempre corta el hilo por lo más delgado. El problema es que la gente no está muy dispuesta a ser el pato de la boda. No entiende por qué y ya no hay nadie en quien confíe que le diga que tenga calma que las cosas se arreglan. Ya no confía en nadie. Puede seguir incluso varios años un Gobierno y dejarlo en cuestión de minutos cuando ya no le da respuesta. Eso es lo que el marxismo llama “vacío de dirección”. No porque nadie dirija (siempre alguien dirige), sino porque esa dirección solo la posee mientras la gente crea que le sirve y le responde.

            Por eso el imperialismo no puede ganar ninguna guerra desde Vietnam, salvo Grenada y Panamá. Por eso no puede atacar Irán, pese a las bravatas. Por eso no puede trasladar la crisis a los países no desarrollados de la misma manera que lo hacía en épocas anteriores, cuando la crisis jamás se descargaba sobre las espaldas de norteamericanos o europeos. Por eso hasta los líderes que aparecen más sólidos son sacudidos por movilizaciones en su contra.

            Lo único que hasta ahora no surgió es una agrupación, un partido, una corriente que espeje ese proceso. Sí hay una cantidad enorme de listas antiburocráticas que van conquistando sectores en el sindicalismo. Pero aún la dirección política de las masas está vacante, después que la caída del stalinismo arrastró tras de sí a casi todos los partidos populares, “progresistas” o nacionalistas burgueses del mundo. Nasserismo, baasismo, partidos comunistas, APRA peruano, MNR boliviano, PSD brasilero, etc y dejó huérfana de líderes mundiales a la rebeldía popular. Pero, si sigue este proceso, todo tiende a indicar que se cumpliría esa vieja norma de física y de política: “todo vacío tiende a llenarse”