El jueves 10 está llamado un paro por una larga lista de
reclamos que incluye el llamado a paritarias libres, no descuento de Impuesto a
las Ganancias o aumento del límite e incluso “vivir en paz”. Lo llama un sector
sindical opositor al gobierno y se basa, centralmente en el reclamo de aumentos
de salarios por sobre el “tope” del 27% que solicitó la UIA a través de De
Mendiguren y que es defendido por el Gobierno para “no acicatear” el proceso
inflacionario. El Gobierno y la patronal quieren paritarias por un año sin
modificaciones y desde los convocantes al paro, se reclama ajuste por
inflación. Venimos de 17 días de huelga docente que fueron necesarias para
quebrar ese tope.
Quienes son la cabeza visible de ese paro (Moyano y
Barrionuevo) son totalmente impresentables. Son parte de la corrupta y
patoteril dirigencia sindical peronista a la cual este Gobierno (como los
anteriores) le defienden su extensa permanencia atornillados al sillón. Fueron
aliados por años al kirchnerismo y ahora opositores y no se diferencian en lo
más mínimo de los que quedaron del lado del Gobierno. Que el Gobierno (que
persigue a las nuevas direcciones que surgen de la base y enjuicia a los nuevos
dirigentes no corruptos) los condene por burócratas, ajenos a los trabajadores
o corruptos es casi una broma más del relato oficial.
Por lo tanto, ese día los trabajadores, más allá de toda
la cháchara y las chicanas, tienen que optar entre apoyar el reclamo de
recortar sus salarios o pelear por mayores incrementos. No es muy difícil la opción. Les va a
preocupar muy poco el pedigrée de los convocantes y menos aún la lista (casi
desconocida) de los reclamos. El sueldo no alcanza y estos reclaman aumento. Es
muy sencillo.
Si se suma que en un día o menos, en una hora, con la
devaluación hubo una brutal transferencia de dinero del orden de los 80 mil
millones de dólares (el 25% del PBI) que no fue precisamente a los bolsillos
obreros si no a los del gran capital y ahora está en discusión si son los
obreros o no los que cubren ese hueco, queda más claro aún la línea divisoria y
de que lado se ubica cada uno al optar. Y
esto se va a ver en el paro, como se vio el 20 de Noviembre.
Las historias de golpismo, de paro llamado por Massa, y
cualquier otra forma de esconder la discusión central, no convencen a nadie que
no sea kirchnerista. Vamos a ver, según el discurso oficial, a los
“progresistas” peleando para que la patronal consiga que el salario de los
trabajadores sea el pato de la boda y a los sectores de derecha (Moyano y
Barrionuevo) luchando por que el sueldo llegue a fin de mes. Es tan pero tan
atravesado el planteo kirchnerista que según el mismo la derecha (Moyano y
Barrionuevo) hacen el paro por golpistas mientras la derecha (De Mendiguren, la
UIA y la gran patronal) defienden la política del Gobierno nacional y popular
(el cual tiene esa enorme comprensión sobre el ansia de ganancia de los
capitalistas y pelea para defender la ganancia de los De Mendiguren, pero
considera desmesurado que un trabajador que gana más de $16.000 pretenda no
pagar Ganacias)
.
Parece un chiste, pero es la triste realidad de la
política argentina. Por suerte, está surgiendo una nueva camada de dirigentes
sindicales y está creciendo un nuevo polo de agrupamiento de la vanguardia que,
por suerte, no está dirigido por ningún/a dirigente forrado/a en plata,
ningún/a amigo/a de los corruptos, ningún defensor/a de la patota
sindical. La mayoría de esos dirigentes
(acérrimos enemigos de los Moyano, Caló y toda la burocracia sindical), con acertada
ubicación de clase, llaman a parar el jueves 10.