martes, 31 de diciembre de 2013

La luz, las ausencias y el fin del Carnaval


  
            Se termina el año y se terminan las burbujas. Como cuando se cierra el baile de Carnaval, todos se sacaron las máscaras y uno empieza a ver quién es quién. Y, por si hiciera falta, por si lo de Milani, por si el anuncio de ajuste de tarifas de colectivo y los aumentos del Inmobiliario Urbano (sin tocar a los pobres terratenientes de la Mesa de Enlace y sus amigos), el llamado a un tope del 18% de aumento de salarios (después de dar un 300% a algunas Policías que defendieron sus quiosquitos de narco y trata). Si todo eso no nos hubiera puesto en autos de quienes son nuestros dirigentes, el apagón echó luz sobre el tema (contradictorio pero cierto).

            Hace ya tres o cuatro semanas que las principales ciudades tienen cortes reiterados y prolongados de luz en varias zonas. Sin luz significa, en la mayor parte de las veces, sin agua. Y con térmicas que rondan los 38° de calor. Creo que nada se parece más a una catástrofe que esto. No es una catástrofe natural, pero es evidentemente una catástrofe que incluye dramas humanos de no tener comida fresca, de no tener ascensores para personas imposibilitadas, niños o ancianos, de no tener cadena de frío para remedios, de no tener agua para tomar y de no tener con qué paliar las altas temperaturas. ¿Alguien hizo algo?

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

            Y ese nadie abarca a kirchneristas, radicales, Macri, Binner, De la Sota y compañía. Nadie movió un dedo salvo para decir, imitando a Bart Simpson =    “Yo no fui”

            Es evidente que el Gobierno, después de diez años es responsable ineludible de este esperpento de política energética. Es indudable que, con un mínimo de recato ético, De Vido tendría que iniciar una larga columna de renunciantes por ineptitud y complicidad con el saqueo que hicieron las privadas, igual historia que ya había pasado con Aerolíneas, YPF y los trenes. Pero además, el Gobierno es responsable por incapacidad de respuesta. ¿Puso acaso a los funcionarios, a los servicios de emergencia, al Ejército en campaña para resolver las individuales y pequeñas pero dramáticas y extendidas tragedias que esto dejó? ¿No tendría que haber actuado como si hubiera habido un terremoto o un huracán?

            Pero no podemos quedarnos allí, porque tampoco hizo algo de esto Macri en Capital, Binner en Santa Fé, De la Sota en Córdoba, ni ningún intendente en ninguno de cualquiera de los municipios afectados. Toda la clase política volvió a mostrar la absoluta despreocupación por los pesares y padecimientos de sus votantes y ciudadanos. Lo de Daniel Cameron (Secretario de Energía) jugando al golf o lo de Macri de vacaciones en Bariloche son solo dos muestras del conjunto.

            Una sensación parecida a esta llevó a la gente al “que se vayan todos”. Espero que ahora logre una salida por la positiva para que esta vergüenza nacional no se repita



miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Huelga por salarios o extorsión armada?




            Hemos vivido y continuamos viviendo una serie de conflictos con las policías provinciales que están abarcados por un reclamo salarial. ¿Son huelgas que toman esta forma por la prohibición (absurda) que impide a los uniformados conformar sindicatos? ¿Ante la falta de organización para este tipo de peleas salariales se ven obligados a esta metodología? ¿O son planteos que, pese a que aprovechen el pedido de aumento, en realidad llevan otra intención?

 

            La Policía en Argentina tiene una organización mafiosa, más allá de la buena o mala intención de cualquiera de sus integrantes. Históricamente estuvo ligada  a un cierto “entendimiento” con el delito. Si no, es muy difícil explicar la enorme cantidad de acciones ilegales que la Institución encargada de hacer cumplir las leyes permitió y permite. Desde el uso de la calle en beneficio propio por parte de Empresas, desde el sistemático estacionamiento en forma indebida de cualquier camión de reparto, desde el público y profusamente publicitado negocio de prostíbulos que funcionan en todas las ciudades, desde el “levantador de quiniela” que hasta los perros conocen en el barrio, pero la Policía nunca encuentra, desde los públicos y conocidos vendedores de estereos robados de la calle Libertad hasta la venta de partes usadas en Warnes, pasando por todos los lugares de venta de droga que todos los drogadictos conocen y encuentran, pero los uniformados parecen no ver.

 

            Pero, como hasta el Papa denunció, ahora ha habido un salto cualitativo en la ligazón con la trata de personas y el resto de los delitos, pero fundamentalmente con el narcotráfico. En Santa Fe cayó la cúpula policial. En Córdoba hay un destape de corrupción que no solo mancha a toda la plana mayor sino que también envuelve a importantes políticos y funcionarios. Una investigación del tráfico de droga en Bs. Aires implica en el negociado a 100 altos cargos de la Policía de esa Provincia. Y, más allá de la inevitable e innegable complicidad política y judicial, empezó a haber sanciones a fin de encarrilar la situación. Algo parecido a “muchachos, se les fue la mano” que a limpiar a fondo a una Policía que en diez años de este Gobierno y en los treinta de democracia, nunca se le cambio la impronta impuesta por Camps.

 

            ¿Puede ser razonablemente normal un pedido de aumento de salarios del 400%? ¿Es mínimamente entendible una seguidilla de saqueos que comienza apenas horas después de cada acuartelamiento de cada Policía? Es poco normal, seguramente nada espontáneo y compresiblemente fácil de adjudicar a una reacción casi simultánea de acciones colaterales y coordinadas con cada planteo de los uniformados. No se puede desdeñar que el planteo salarial haya sido utilizado como detonante y aglutinador de la base. No es descartable que en Córdoba (que fue el puntapié inicial) haya sido para cubrir la parte que la “plata negra” que la remoción de la cúpula dejó de hacer fluir en forma sistemática. Pero no es razonablemente sensato creer que el tema salarial lo explica todo en esta continuidad de planteos. Ni siquiera la mayor parte de la respuesta puede llenarse con ese ítem.

 

            En ese sentido, es sensata la respuesta del conjunto de las fuerzas políticas repudiando un intento armado de imponer su capacidad de cuestionar los poderes y decidir los marcos de su accionar como un sector con poder independiente y autónomo de la sociedad y el eje del discurso de la Presidente. Salvo el pequeño detalle: si llegó hasta acá es porque le permitieron llegar. Y la decisión de Scioli de no sancionar a nadie y tapar la investigación, no hace más que dejar el camino librado para este sindicato armado. Si vamos camino a México (pero con los cárteles vistiendo uniforme) o no, depende de la acción de los políticos en los próximos meses. Y para eso deben cambiar muchas cosas. Incluso el uso por los políticos de las barras bravas y la organización de la base de sustentación de los barones del conurbano o los feudos provinciales.


 

domingo, 8 de diciembre de 2013

¿Estalla la crisis en Argentina?




            En los últimos días hemos visto escenas de saqueos y vandalismo en varias provincias, mientras sectores de los medios anunciaban que la tan anunciada crisis se cernía (por fin) sobre la Argentina. ¿Eso es así? ¿Estamos a un paso del Apocalipsis, con un dólar a $15, un desempleo en alza, un brote inflacionario de dos dígitos al mes y el derrumbe de las reservas?

            Como la relación inmediata de la crisis en Argentina es el 2001, es bueno aclarar que esa crisis tuvo origen en políticas y situaciones que hoy no existen en el país. Fue la crisis final del plan económico que empezó con Rodrigo en el 75 y continuó en la Dictadura y los Gobiernos sucesivos. Un plan de primarización de la economía y realización de la renta agraria a través de convertirla en cupones de la Deuda Externa. Fue la transformación de la burguesía terrateniente en rentista del endeudamiento nacional. No tenía otro fin posible que el precipicio.
  
            Si bien este modelo no abandonó totalmente la dependencia de los  commodities (sobre todo la soja), transformó la arcaica burguesía terrateniente parasitaria en un nuevo estilo de producción (pooles de soja) mucho más dinámico y ligado íntimamente a la producción. A la vez, se expandió notablemente el sector de productos industriales para alimentar el desarrollo de la frontera agropecuaria y las exigencias del sector que surgió de ese proceso (automotrices, maquinaria agrícola, máquinas y equipos, productos minerales, construcción, calzado, textil, etc). El crecimiento del PBI muestra este desarrollo (Según datos del FMI para 2011, si al PIB se lo considerara en términos de paridad de poder adquisitivo alcanzó los 710 690 millones de dólares, resultando la Argentina la tercera economía de América Latina, superada por Brasil y México. Ese año el PIB per cápita medido en PPA de USD alcanzó los 17 376, el más alto de América Latina.) .

            Evidentemente, la crisis mundial no podía no afectar al país. Incluso a través de la dependencia comercial con Brasil. Eso se vio en la fuga de divisas, en la desaceleración del aumento del PBI, en la crisis del dólar, en la inflación, en los resultados electorales y en las crisis provinciales. Si consideramos que Brasil, a un año de haber superado a Inglaterra y haber llegado a ocupar el lugar de la 6a. economía mundial se vio sacudida por movilizaciones de millones de personas, se puede entender que desarrollo y crisis no son  términos que se repelen mutuamente, si no que pueden convivir.

            No es el interés de esta nota hacer el puntilloso detalle de los “errores” del Gobierno (que no son tales, sino su política en acción), pero si tomar en cuenta que todos los errores, en las crisis, es cuando llega el momento de pagarlos. Y el Gobierno viene pagando y va a seguir haciéndolo. Y esto es ya un hecho de la realidad. La falta de aire, la ausencia de “aguante” por parte de la gente, los palos que recibe de la oposición, etc. ya son a esta altura un dato de la crisis.

            Tiene razón Kicillof cuando dice que los problemas de las reservas son  financieros y no económicos. Argentina sigue teniendo buenas perspectivas, con productos que si bien retrocedieron en su valor, siguen siendo fuente de divisas suficientes para cubrir los desajustes y un sector externo manejable en los próximos años...pero...

            El modelo generó varios efectos que ahora hay que tratar de ordenar. Por un lado se vive desde hace tiempo un crecimiento importante en la importación de máquinas y equipos y de bienes para la producción (desde energía, fertilizantes y agroquímicos, suministros para la industria, y bienes de consumo de alta gama, entre otros) propio de la demanda de una producción que aumentó sin la contrapartida del desarrollo de un polo petroquímico, sin la generación de fuentes de provisión de luz, gas o petróleo, y con las exigencias de consumo de una nueva clase media de alto poder económico. Esto socava las reservas, las vuelve más expuestas a sufrir los vaivenes de estas tensiones. Más si la desconfianza se escapa hacia el resguardo del dólar.
  
            También genera presión sobre las reservas la política de pagar la Deuda con ellas. Y esto es cada vez más necesario, cuando al no poder anclar sus valores en el dólar, los productores sojeros lo salvaguardan en porotos que no venden y acumulan en las silobolsas, dejando sin entradas liquidas de divisas al Banco Central. Si además las compañías extranjeras aumentan la remesa de utilidades en auxilio de las casas matrices en problemas y cada sector que puede hacerlo, deja depositados en el exterior sus dólares, el cóctel se vuelve explosivo.

            Pero todo eso es a grosso modo posible de resolver, políticamente manejable. Siempre y cuando exista un poder político que pueda hacerlo. Y ese, creo que es el intento de Capitanich como Jefe de Ministros y la apertura del diálogo con la oposición. Y como la oposición no está en condiciones de sacar este Gobierno y tomar el mando para manejarlo mejor, los acuerdos están en la naturaleza de las cosas. Porque, además, todos saben que necesitan para apuntalar al Gobierno y que este lleve adelante la solución en la que todas las corrientes económicas acuerdan (con pocos detalles de fricción) y esta se expresa en una sola palabra: ajuste.

            Pasado en limpio, ajuste es que las paritarias tengan un techo del 20%, que se congelen en el tiempo las partidas presupuestarias para “gastos sociales” como educación, salud, subsidios, planes, etc. y el resto de las medidas que permitan al Estado conseguir un colchón de dinero del sector al cual siempre se le solicita el mismo en las crisis: los trabajadores y el pueblo. Si tienen dudas, estudien el presupuesto de la Provincia de Buenos Aires acordado entre Scioli y Massa. En el mismo se aumenta el Impuesto Inmobiliario Urbano. El Rural no, para no tocar los intereses de los terratenientes y los productores sojeros. ¿No es suficiente muestra de por dónde viene el apriete de cinturón?

 

            Y ahí si estamos en un lío. Ahí si se pone negra la situación. Ahí si la crisis se torna posible. Y eso también explica por qué aún no se ha resuelto. Porque no hay pasividad en la gente para aceptarle al kiirchnerismo (ni a nadie) una disminución en los estándares de vida. No hay oxígeno político para aceptar una baja del salario ni un aumento de tarifas, ni ninguna medida por el estilo. Porque la evolución de los últimos dos años ya dejó sus marcas de rebaja salarial, de aumento de los impuestos, de carestía de la vida, de deterioro de la educación y la salud. Brasil ya mostró la posible reacción popular y, por si fuera poco, las elecciones mostraron una enorme claridad por parte de un importante sector sobre como buscar la salida. El incremento de los sectores combativos en el sindicalismo, las votaciones estudiantiles y la alta votación del Frente de Izquierda marca por donde la vanguardia está mirando para organizar la pelea.

 

            De todo esto, las rebeliones policiales son la punta del iceberg y el anticipo del futuro.  


 


domingo, 3 de noviembre de 2013

Una opinión sobre las elecciones





            Las elecciones han pasado. Una semana después, rumiado y digerido el resultado de los comicios, se puede hacer un análisis con cierta perspectiva. Y uno de los primeros hechos que salta a la vista es que estas elecciones marcan un cambio. Pero, ¿qué cambio?

            Algunos sectores señalan como un cambio el hecho que el kirchnerismo se haya visto reducido al tercio del electorado. Pero es bueno recordar que en el 2009 pasó otro tanto. Hay quienes marcan como un hecho distintivo que haya perdido en los principales distritos. Pero en el 2009 perdió Buenos Aires (llevando al propio Nestor como candidato) y solo salvó Santa Fé gracias a Reutemann (que hoy está con Massa). Otros marcan la aparición de Massa como gran candidato a encabezar la diáspora de la oposición. Pero es menester recordar que ese puesto parecía pertenecer al colorado De Narváez en el 2009 (vencedor del propio Nestor y ganador en buenos Aires con un 35%). Entonces, de nuevo, ¿qué cambió?

            Para responder habría que analizar el devenir de los votos en las últimas tres elecciones. A saber, si uno toma la votación del kirchnerismo ( 35% - 54% - 33%) no se ve nada resaltante. Si toma la elección de la UCR - Socialismo - y afines (31% - 30% - 24%), tampoco. El cambio puede notarse en el traspaso de los votos del PJ disidente -Duhalde - Saa (15% 2009 - 14% 2011) a Massa (17% 2013 o 20% sumando a De la Sota) siempre que se reconozca que entre Duhalde - Saa y Massa hay una diferencia. El PRO orilló siempre el 8 a 11%. El gran cambio está en la caída de De Narváez (perdió 2 millones de votos desde el 2009 a 2013) y el ascenso de la izquierda.

            Y, a eso, es imprescindible sumar datos de la realidad. Primero, que Cristina no va a estar de candidata en el 2015 y eso condiciona al conjunto del kirchnerismo. Segundo, que Massa se presenta (y la gente lo votó) para que continúe el “modelo” kirchnerista resolviendo los errores y arreglando los problemas (distinto a Duhalde - Saa que eran otro “modelo” y otro peronismo). Y sería pecar de ceguera política si no se percibe algún síntoma en la estrepitosa caída de De Narváez y las votaciones de todo el país (con picos excepcionales en Salta y Mendoza) de la izquierda. Esto, más la crisis (fuga capitales, caída reservas, dólar, etc) y más el ascenso mundial (Brasil, Turquía, la primavera árabe, etc) dan el tono del cambio.

            Y esta elección mostró esos síntomas. La gente, descontenta con el kirchnerismo por su abandono de las posturas “progresistas” (Chevrón - reapertura del canje - Milani - etc) buscó a quien se presentaba como la continuidad del proceso, pero arreglando los defectos (inflación - dólares - 82%), dejó sin apoyo a los sectores de derecha (De Narváez - peronismo duhaldista - saadista - Momo) y apoyó a quienes venían a resolver la corrupción (Carrió - Solanas). Porque uno puede opinar que esos sectores son de derecha, pero la gente los apoya desde lo cree que son y ese apoyo es lo que marca la intención del voto (porque esa es la demanda popular).

            No hubo giro a la derecha, si no, al revés, un giro a la izquierda. Para un sector cuya visión revolucionaria no traspasa el peronismo, ese giro fue tan tímido como votar a Massa para que corrija lo erróneo del kirchnerismo. Para otro sector que todavía cree que la mejor democracia fue la restrictiva democracia irigoyenista, fue apoyar la lucha contra la corrupción con Carrió y Solanas. Y para otro sector, más lúcido, fue preparase para el ajuste y empezar a reflejar en los votos la necesidad de una pelea contra el ajuste. Por eso los sorpresivos guarismos del FIT.

            Y no es poca cosa. Porque no hay ningún sector dirigente que tenga hoy en día la suficiente capacidad de aplicar el ajuste necesario. El cercano ejemplo de las grandes movilizaciones contra Dilma por el ajuste erizan de miedo la piel de los políticos. Por eso, como De Narváez se diluyó después del 2009, es posible que veamos a Massa sostener a Cristina para que aplique el ajuste y haga el trabajo sucio antes de irse. Y, si no fallan a los requerimientos de la situación, veamos un crecimiento de la izquierda. No es casual el fraude para dejar a Liliana Olivero afuera, ni es casual la actitud militante de la Iglesia salteña contra los candidatos de la izquierda. Ni la aparición sorpresiva del ex izquierdista Luis Zamora para garantizar la división de los votos de izquierda y que Altamira no sea diputado. Nada es casual en política.





lunes, 14 de octubre de 2013

¿Fracasó el kirchnerismo?





            Faltan dos semanas para las elecciones. Un aroma a fin de ciclo se huele en el aire. ¿Fracasó el kirchnerismo? Eso sería según como se haga el balance. Veamos:



            En el 2001 el país estalló. El modelo económico iniciado en el 75 por Isabelita y Rodrigo y llevado a fondo por Martínez de Hoz, modelo que tenía por fin la primarización del país, el retorno de la renta agraria a sus dueños originales (la burguesía terrateniente) y la realización de dicha renta mediante la Deuda Externa, convirtiendo a la gran burguesía en rentistas financieros, terminó de estrellarse con el inevitable precipicio a la cual llevó al país.



            Y la gente salió a exigir “que se vayan todos”, dejando al país sin nadie capaz de dirigirlo (la sucesión de presidentes sobra a modo de constatación) y a la democracia burguesa pendiendo de un hilo. Tal era la situación que dos impensables peronistas de derecha tomaron medida cuasi revolucionarias. Rodriguez Saa decretó el no pago de la Deuda y Duhalde las Retenciones a la Renta Agraria. Pero nada alcanzaba y costaba hacer entrar en cauce a la población que descreía de todas las instituciones. En ese marco apareció Kirchner.



            Mediante un Gobierno de Frente Popular (en alianza con la burocracia sindical -Moyano al frente-) giró todo a la izquierda que necesitó para restaurar el Estado. Volvió a poner al Plan Pinedo en marcha (sustitución de importaciones, mercado interno - con aumento salario obrero incluido -, Mercosur, achicamiento de las FFAA, etc) hasta reconstruir la confianza de la gente en el voto y  los políticos (la mayor parte los mismos que se pedían que se fueran).



            Pero no tomó ninguna medida de fondo. Ni dejó de pagar la Deuda, ni estatizó los servicios (salvo los que las privadas casi quebraron), ni recuperó el desarrollo de las ramas de punta de la industria (polo petroquímico, cohetería espacial, etc), ni creó la infraestructura para un salto en el desarrollo (más y mejor energía, mejorar transportes, puertos, etc.), ni tocó un pelo de las prebendas de la nefasta burocracia sindical. Y de a poco, crisis mundial mediante, volvió a la normalidad de un gobierno normal. Se puede decir que, desde el punto de restaurar el sistema, casi lo logra. Salvo que la gente se resiste a desmovilizarse.



            ¿Y ahora?. La figurita de Massa tiene poco sustento y el resto de la oposición es cartón pintado. Por eso todos quieren que Cristina continúe hasta terminar el mandato. Le piden que se encargue ella de aplicar el ajuste. Que haga el trabajo sucio. Porque ninguno está en condiciones de hacerlo. Y como es común en las experiencias “progresistas”, empiezan por la izquierda y terminan en la derecha. El problema es que la gente no quiere girar a la derecha. Está esperando que Cristina o Massa (que se presenta como el sucesor) arreglen los “problemitas” y todo vuelva a la buena senda anterior.



            Como eso no va a suceder, un sector de la población lo entendió y giró a la izquierda. Eso explica el millón de votos de la izquierda (la real, no Donda ni Binner) y las altas votaciones en Salta, Mendoza y otros lugares. Y habrá que ver cuál es el resultado de las próximas elecciones. Pero es el único sector nuevo que creció exponencialmente. ¿Seguirá creciendo? Depende De la izquierda, tan proclive a desunirse ni bien tiene un poquito de aire. De que la gente siga reclamando y exigiendo, lo cual parece que es la tónica en el mundo (como en Brasil, Turquía, Libia, Siria, etc).



            Y que el pánico no ponga en el centro de la escena la Ley Antiterrorista, aggiornamiento de la Ley de Residencia (que tuvo vigencia entre 1902 y 1956) y del Plan Conintes (hasta 2012). Porque está permitida toda experiencia “progresista” que no cuestione la ganancia de las grandes patronales y no ponga en tela de juicio quién manda de verdad en el país. Más allá de eso, no. Más de 4000 dirigentes sociales y políticos judicializados son una muestra. La democracia sindical, las decisiones de la base por Asamblea, están prohibidas aún en el más nacional y popular de los Gobiernos.



            No sea cosa que los trabajadores y el pueblo quieran que la plata vaya para salarios, educación, buenos servicios, jubilaciones, etc. en lugar de irse del país por la fuga de capitales o el pago de la Deuda. O que se cuestione las fabulosas ganancias de los grandes pulpos capitalistas. Porque el cinturón solo se aprieta para los de abajo. Y llegó el momento de apretarlo.




martes, 13 de agosto de 2013

¿El fin del kirchnerismo?





            Si uno se remite a la hegemonía que ese apellido logró en la última década, si, es el fin. Al menos hasta 2015, si la dama aún está con ganas de reincidir y los errores del futuro Gobierno le abren el camino. Es casi una utopía pensar en que el proceso que comenzó en esta elección se revierta. Sobre todo por la extrema verticalidad de la conducción y la cuidadosa anulación de toda variante interna que pudiese haber querido surgir.

            La ambulancia del massismo se tomó el trabajo de ir recogiendo los heridos y contusos de esta expulsión constante de dirigentes, con los cuales armó su lista. Esto le permitió mostrarse como la continuidad mejorada del kirchnerismo. Porque no ganó la oposición, si no una variante del ¿kirchnerismo? o algo surgido del mismo y mayoritariamente nutrido por el mismo. Para que ganara la oposición, tendría que haberse expresado por una acumulación de votos del radicalismo, del sector de Binner, de De Narváez o del PRO. Y esta elección, tal como mostraron las portadas de los diarios, la ganó Massa.

            Por eso es muy posible que, además de poder conseguir acuerdos con el resto de los gobernadores del peronismo (Das Neves, Busti, ¿De la Sota?, ¿Saa?, ¿y por que no pensar en los kirchneristas?), es muy posible que logre muchas negociaciones con los grandes ganadores de esta elección, los intendentes. El kirchnerismo serruchó tanto la independencia de los gobernadores que los intendentes cobraron vuelo propio. La política volvió a ser dirigida por los que tienen poder territorial concreto.

            Y, sin dudarlo, la gran perdedora de esta elección fue Cristina. Por que nadie, nadie, en su sano juicio puede considerar que esta elección la perdió el incógnito Insaurralde. A tal punto llevó la elección a nivel nacional, transformando las PASO en un plebiscito sobre su gestión, que logró que incluso el apellido Sabatella pierda en Morón.  Y así le fue, salvo en los distritos con más calidad de feudo (como Formosa). ¿Se puede esperar que los dirigentes de cierto peso propio le sean fieles hasta la inmolación? Esa nunca ha sido la versión peronista de la Historia. En su peor elección del ciclo inaugurado en el 2003, perdió un 6% respecto a la anterior elección de Diputados. Ni vale sacar la cuenta contra el 54% de las presidenciales del 2011.

            Y un pequeño detalle de cierta importancia. Hubo otro sector anteriormente de mucho peso, sobre todo en el peronismo, que en esta elección ni figuró o figuró lamentablemente, siendo otro de los grandes sectores perdedores de estas PASO: los burócratas sindicales de uno y otro sector. No pesaron ni tuvieron figuración en las listas ni en el resultado.




viernes, 21 de junio de 2013

Las lecciones de Brasil




            En varios artículos anteriores, desarrollé un concepto (que denominé “democracia de a pie”) con el cual  intentaba describir esta situación tan extendida que están mostrando las poblaciones de reclamar en forma activa por cualquier motivo de queja, sin confiar en las autoridades o esperar las mediaciones del sistema. Esa situación que va desde un corte de ruta ante un pibe atropellado, desde la quema de una comisaría ante un crimen donde la gente juzga que hay inacción policial, hasta las manifestaciones multitudinarias que vemos ahora en Brasil, llegando incluso a la acción armada como en Siria o antes en Libia. 


             Si bien es cierto que siempre hubo manifestaciones populares, estas tenían por lo general una conducción y se asimilaban a las mediaciones institucionales (Parlamento, Partidos, Sindicatos, Justicia, Policía, Iglesia, etc), A diferencia de otros procesos anteriores, éste tiene la particularidad de no tener direcciones firmes o consolidadas, de no estar adscriptas o reconocerse parte de un movimiento político específico ni de aceptar someterse a la autoridad indiscutida de nadie. 


             Como es lógico, todo evento tiene una dirección. Alguien está al frente (sea un individuo o un colectivo) o alguien es reconocido como guía. Pero en este proceso, solo es reconocido en tanto y en cuanto responda a los deseos de la gente, de respuesta a su reclamo. Ya no es tan abierta la posibilidad, antes normal, que una dirección, solo con su autoridad, frene un proceso en marcha aún en contra de lo que motivó ese proceso, sólo por la confianza que la gente le tenía por acciones pasadas. Incluso quien llama a movilizar (y lo que pasa en Brasil es un ejemplo) puede ser un grupo pequeño, pero que pide algo sentido por la gente. Y la gente se suma sin banderías políticas. Solo por la unidad en los reclamos. 


             Aún los gobiernos como el kirchnerista que se pararon sobre la ola de indignación que generó la crisis  del quiebre del reaganismo y sus políticas monetaristas y “liberales” (esa crisis que ahora llegó a Europa y EEUU), se sostienen sobre la base de responder a las demandas. ¿No es Brasil la muestra de la poca paciencia de la gente cuando esto no se da? Como lo fueron el 20N y el 18A en Argentina, o los paros de Moyano? La diferencia con lo anterior en este punto es que no hay propuesta superadora......que haya surgido aún.


             En Brasil, las movilizaciones comenzaron por un llamado del Movimiento Pase Libre (MPL) organizado por un grupo de estudiantes de San Pablo  y según una encuesta realizada en las marchas, el 71% de los manifestantes no se sentía parte de ningún partido político. Es más, se le reclamó lo mismo a los poderes Federal, Estadual o Municipal, sin importar que partido gobernaba cada uno.


La ciudad de São Paulo, cuyo tránsito es uno de los más caóticos del mundo, tiene también uno de los precios del transporte más altos y una red de metro que es considerada insuficiente para atender la demanda de una población de más de 11 millones de personas. El precio de un billete de autobús cuesta lo equivalente a 1,13 euro, un aumento de un 6,7%, en una ciudad en la que el sueldo mínimo vale cerca de 266 euros.


Según datos difundidos por el MPL, por lo menos 37 millones de brasileños dejaron de usar autobuses por falta de dinero. “No tener acceso al transporte, es no tener acceso a la ciudad”, dicen manifiestos del grupo, que defiende el transporte gratuito. En São Paulo, es cada vez más notorio, el número de personas que usan bicicletas para ahorrarse el billete, a pesar de que la ciudad no ofrece ninguna seguridad para usar ese tipo de vehículo y del aumento de muertes de ciclistas


Como siempre, los números están en discusión, pero al menos más de 250.000 personas hasn salido a las calles en más de 80 ciudades del país (y ese número aumento enormemente en las marchas del jueves), superando el reclamo inicial y protestando por los multimillonarios gastos públicos en la Copa de Confederaciones y el Mundial y para exigir un transporte público mejor y más barato, y salud y educación pública de calidad.  Las manifestaciones se expandieron rápidamente y la causa se amplió a denuncias contra los 15.000 millones de dólares destinados por el gobierno al Mundial de Fútbol del año próximo. Los manifestantes piden ese dinero para viviendas degnas, salud y educación pública de calidad,  en este país donde existe aún una gran brecha entre pobres y ricos. 


Por ejemplo, se va a construir un estadio en Brasilia (con sus obras anexas) por un valor de 500 millones de dólares, donde el equipo local juega en los que aquí sería la B Metropolitana. Otro ejemplo de abuso económico es en Fortaleza, donde el Gobierno tiene un proyecto de un acuario gigante que va a costar casi 100 millones de dólares, un costo muy superior a todo lo invertido en el año para combatir la sequía,  que fue la mayor de las últimas décadas. En algunas de las ciudades donde hay protestas ahora, como Minas Gerais, Brasilia, también Río de Janeiro, uno de los temas por ejemplo es el hecho que durante el Mundial y la Copa de Confederaciones está prohibido manifestarse y eso es violatorio de la Constitución. Alrededor de los estadios hay dos kilómetros donde la FIFA tiene una zona de exclusión,  eso significa que ahí no se pueden hacer protestas ni vender ningún producto que no sea licenciado por la FIFA  entonces, muchos vendedores ambulantes que tradicionalmente trabajaban alrededor de los estadios están impedidos y excluidos de la fiesta.


            Las protestas ocurren en un momento de magro crecimiento económico (0,6% en el primer trimestre) y una inflación en alza (6,5% anual en mayo, el techo de la meta oficial). Los alimentos, a los que la población es más sensible, han subido más de 13% anual.


            No percibir el vínculo entre las calles y el ciclo histórico generalmente es mortal para los liderazgos, más en esta época. Creer que el nexo en los casos de las recientes protestas en San Pablo, es el aumento de 20 centavos en una tarifa de transporte congelado desde Enero 2011, es pecar de ingenuo. Suponer que el orden entre una cosa y otra puede ser restablecido sobre la base de palazos y piedrazos es el pasaporte para el desastre. Desastre progresista, se entiende. Intentar decir que los manifestantes representan a la derecha es casi infantil. Igual, como es típico, así empezó el Gobierno “progresista” del PT, reprimiendo con la Policía, hasta que la masividad obligó a Dilma a reconocer la validez del pedido e incluso llamando al PT a participar en las movilizaciones, intentando, calculo, desviar su objetivo. 


Frente a esa presión, que ha movilizado a cientos de miles de personas, ya varios ayuntamientos anularon el aumento de las tarifas del transporte. A la revocación del alza se sumó este miércoles la ciudad de Sao Paulo, donde comenzaron las protestas y que tiene como alcalde a Fernando Haddad, del PT, quien se había mostrado reticente a aceptar las demandas del MPL.


            La democracia de a pie es muy poco respetuosa del “progresismo”, del “socialismo nacional”, de los “izquierdistas” que aplican y avalan ajustes contra el pueblo. En fin, por suerte, es poco respetuosa de ningún liderazgo que defeccione aunque sea un poquito. ¡¡¡Viva esa democracia!!! ¡¡¡Todo el poder en las calles!!! Es una buena alerta social para que, el que quiere ser “progresista” los sea en serio 


miércoles, 29 de mayo de 2013

Para abrir un debate






Esto, más que un artículo, intenta ser la apertura de un debate. Espero que puedan aportar daros que no manejo totalmente para ver si la tesis que elaboré tiene cierto asidero.

Hay un hecho cierto que he reiterado varias veces y que es fácilmente constatable: la Sociedad Rural ha dejado de ser el sector fundamental y dirigente del bloque de clase dominante en la Argentina. Para ser más claros. Desde el 30, los ganaderos coparon, con Rosas, el poder en nuestro país tomándolos del bloque mercantil porteño en crisis. El país tal como había sido ideado por los revolucionarios de Mayo estalló, esa es la crisis del 20 y la anarquía posterior. Con Rosas y el surgimiento de los saladeros, la organización de las estancias y el alambrado, surge un sector nuevo, dinámico (a su manera bárbara de producción) que, con el poder de exportación y el dominio del Puerto y la Aduana, organiza el poder y el país a su forma y se divide en pocas manos la Pampa Húmeda de la Provincia de Buenos Aires. La Ganadería se extiende al interior.

Posteriormente en el 80 se masacra a los indios y se vuelven a repartir en pocas manos las inmensas extensiones conquistadas para la producción. Se expande la agricultura y se industrializa la producción de carnes. Este sector, más allá de sus ligazones con los trusts financieros y (crisis y guerra mediante) financiando o convirtiéndose a la vez en industrial, se mantiene restringido, concentrándose en pocas manos, con enormes latifundios y con un cariz conservador, poco dinámico y medrador de las riquezas que posee más que fuente de desarrollo.

La pregunta es: Con la división de las familias que fueron partiendo los latifundios, con la irrupción de un nuevo tipo de estructura capitalista para el campo (pools de siembra) mucho más dinámica que el terrateniente o la burguesía ganadera (en franco retroceso), con la extranjerización del negocio agrario, con la expansión de las áreas de siembra y la arrolladora inclusión de la tecnología verde ¿No ha cambiado nuestra clase dominante? ¿No ha dejado de ser la parásita y quedantista clase que vivía de la renta o de la arcaica producción ganadera para pasar a ser una clase más ligada a la producción en gran escala, más pendiente del mercado mundial, más interesada en el desarrollo y a la vez más diseminada y abierta, menos esclerosada?

¿Es el kirchnerismo la expresión de esta clase? No porque olvide los negociados de los servicios, la minería y el petróleo. No porque intente lavarle la cara, si no porque esto daría un carácter distinto (no de menor rapiña ni menos extranjerizante), si no distinto, más capitalista ( en el sentido más puro del término). Quizá eso sea, en última instancia la explicación que estemos ante la posibilidad de una cosecha de 100 millones de toneladas, algo que la estructura de la oligarquía terrateniente jamás hubiera podido lograr.
     
     Si alguien tiene aportes u opiniones sobre el tema, bienvenidos.




sábado, 25 de mayo de 2013

Una década kirchnerista. Un intento de balance






Hoy se cumplen diez años de Kirchnerismo y se impone realizar un balance de esta década. Más aún cuando los balances que hasta ahora logré escuchar o leer, considero que no terminan de despejar las aguas sobre lo que diferencia a este modelo de la oposición y cuales son sus fallas.

Después de diez años y sin una crisis de las dimensiones del 2001, sin una amenaza de cesación de pagos, sin un quiebre productivo, sin un desempleo desbocado, la realidad ya no puede justificarse por el “viento de cola”, ni pueden seguir admitiéndose amenazas apocalípticas que llevan años sin corporizarse. Tampoco se puede dejar de ver la anarquía en el trasporte, la debilidad de los servicios esenciales (gas - luz - petróleo), la inflación, ni la persistencia de los bolsones (mucho menores eso si) de marginalidad e indigencia. ¿Cuál es, en definitiva, el modelo kirchnerista? 

Desde la constitución como Nación de la Argentina, con la derrota de las propuestas federales (con la inestimable colaboración de Urquiza), mediante la Guerra del Paraguay, el aniquilamiento de las montoneras y la posterior masacre indígena, la burguesía terrateniente (centralmente bonaerense), contando con el manejo del Puerto y la Aduana, hizo que el país entrara a formar parte del mercado mundial (dominado por Inglaterra), desarrollando la ganadería y las exportaciones de carne (hasta 1880 la principal exportación era de lana) y centralmente la agricultura (hasta 1880 importábamos trigo) y para ello poblando el país con inmigrantes, e importando todo (o casi todo) de nuestro comprador principal (Inglaterra).

En ese país, la clase obrera no era incorporada a la ciudadanía y carecía de derechos. No votaba por ser mayoritariamente inmigrante y los sindicatos eran casi ilegales. Por eso el gobierno “popular” de Irigoyen no tuvo problemas en masacrar a los huelguistas de la Patagonia (1600 fusilados sobre 5000 obreros rurales en conflicto) ni mandar al ejército y las bandas fascistas de Carlés a aplastar la Semana Trágica. Los obreros eran inmigrantes y estaban amenazados por la inconstitucional Ley de Residencia a ser deportados si se los consideraba “indeseables”. Ese es el país para pocos de la “generación del 80” que el librecambismo pondera como maravilloso (por eso, gracias a Menem, tenemos a Roca, Mitre y Sarmiento en nuestros billetes)

El crack financiero del 29 hizo saltar por los aires ese modelo ante la imposibilidad de Inglaterra de absorber las exportaciones de granos y carnes. La guerra, posteriormente, agravó a límites inconcebibles esa imposibilidad. La renta agraria (eje central de la acumulación capitalista de riqueza nacional) no podía ser realizada. Inglaterra no estaba en condiciones de proveernos ni de pagarnos.

Para resolver esto, un “socialista” amigo de los golpistas del 30, Pinedo, propuso (un poco antes que Keynes elaborara un plan parecido), que el Estado compre las exportaciones, pagando un precio sostén y, en los hechos, se apropie de esa renta agraria (de allí la creación de la Junta de Granos y de Carnes), la convierta en renta financiera (de allí la apropiación de los depósitos como encaje contra Letras del Tesoro) y la vuelque a la formación de industrias sustitutivas que provean al agro y al país de lo que antes importábamos. Para ello tenía que haber un control de la masa monetaria (cierre de la Caja de Conversión y cambio de reglas del Banco Central). Para ello era necesario desarrollar un fuerte mercado interno. Para ello era menester incorporar a la clase obrera a la sociedad. 

Desde el 32 ese plan de sustitución de importaciones se llevó adelante sin cambiar en la esencia, pese al cambio de Gobiernos (Perón - Aramburu - Frondizi - Illia - Onganía - Lanusse y Perón). Solo Rojas y la facción colorada del Ejército y el unionismo de la UCR intentaron volver atrás. La Libertadora sólo cambió del yugo inglés al norteamericano. Pinedo planteó dos condiciones más que ningún Gobierno llevó a cabo. Crear un mercado regional con el resto de los países limítrofes (lo que implicaba fundamentalmente una alianza con Brasil, a lo cual la concepción de la defensa nacional del Ejército y el conservadurismo cerril de nuestra oligarquía se negó) y el cambio del Ejército por otro mas pequeño y profesional, ya que si no, la estructura y ligazón de clase de este estaría en crisis permanente con el proyecto.

 Martinez de Hoz, como representante de los productores de la renta agraria, con el inestimable servicio del Ejército (donde triunfaron los colorados sobre los azules) y mediante la Dictadura, recuperaron el manejo de la caja,  volvieron a imponer el plan de la “generación del 80”, desmantelando la industria, convirtiendo la renta agraria en renta financiera y transformándola en Deuda Externa, volviendo a primarizar la economía. Alfonsín, Menem y De la Rúa mantuvieron ese proyecto hasta que estalló por los aires (como era previsible) en el 2001.

Y allí, comienza una nueva historia, donde se recrea el Plan Pinedo, primero, con Duahlde, tímidamente. Kirchner lo lleva adelante incluso en las medidas que antes no se habían tomado, pero la continuidad la marca que mantenga al  Ministro de Economía de Duhalde (Lavagna). Junto a ello, impulsa el desarrollo de la sojización del campo y el avance de la tecnología verde. En estos diez años, la cosecha de granos se multiplicó por nueve, (ensanchando el área de tierras productivas al doble) y las exportaciones del país se incrementaron diez veces. 

Eso le permitió la apropiación de una masa enorme de capital (a través de las retenciones al agro), que se volcaron a socorrer la inmensa masa que había caído en la marginalidad, a salario social (subsidios) y a motorizar la industria sustitutiva con una ampliación enorme del mercado regional. Para ello cortó con el monitoreo del FMI. No por antiimperialista, si no porque este plan y las recetas del Fondo eran irreconciliables.

Pero, no salió tampoco del marco del plan Pinedo en cuanto al desarrollo de una burguesía parasitaria (trasportes - servicios privatizados - contratos de obra pública), ni dejó de desarrollar otra veta de negocios que no entró en el reparto. Una minería que no deja dinero al país (y es poco creíble que el Gobierno avale esto y la degradación que conlleva de pura gauchada nomás) y una explotación petrolífera que solamente la inepcia absoluta y la corrupción más desbocada obligaron a nacionalizarla porque amenazaba el superavit primario obligando a la importación (perdimos en estos diez años la capacidad de autoabastecimiento).

 El cambio no es chiquito. Volvió a poner a la política al mando, rebajando el poder de los Ministros de Economía que oficiaban de voceros de las órdenes del FMI. Cambió la Corte para dar un marco donde dirimir los pleitos interburgueses más confiable. Usó como bandera los derechos humanos, dándole impulso para terminar de alinear al Ejército, pero no desarmó la Policía de Camps. Amplió márgenes de democracia como el matrimonio igualitario y el derecho de género, pero defendió a rajatabla a los burócratas de los sindicatos, combatiendo el desarrollo de toda lista opositora que impulsara la democracia sindical (más de 4000 dirigentes sociales y sindicales llevados a juicio son un ejemplo) y mantuvo los feudos territoriales (baste como ejemplo la Formosa de Insfran contra la etnia Quom).

Por eso, pese a todos sus fallos, pese a la corrupción y pese a la falta de estructura partidaria orgánica donde sustentarse. Pese al descrédito que le aportan algunos aliados impresentables y pese a las tensiones que los problemas irresueltos comienzan a traer (inseguridad, inflación, malos servicios, etc) sigue sobrando a la oposición y por eso esta no logra armarse ni darle batalla política, contentándose con sacarle los trapitos sucios pero sin aportar ninguna propuesta. Porque, para continuar este modelo, el neo peronismo de los Kirchner y asociados mostró ser el más confiable. Y plantear públicamente volver al plan de Martínez de Hoz (con todo lo que lleva aparejado)  es políticamente imposible.

Por eso, está década, creo yo, tiene perspectivas de durar un rato más. Mal que le pese a muchos. El cambio por algo superior aún no está a la vista