En
varios artículos anteriores, desarrollé un concepto (que denominé “democracia
de a pie”) con el cual intentaba describir esta situación tan extendida que
están mostrando las poblaciones de reclamar en forma activa por cualquier
motivo de queja, sin confiar en las autoridades o esperar las mediaciones del
sistema. Esa situación que va desde un corte de ruta ante un pibe atropellado,
desde la quema de una comisaría ante un crimen donde la gente juzga que hay
inacción policial, hasta las manifestaciones multitudinarias que vemos ahora en
Brasil, llegando incluso a la acción armada como en Siria o antes en Libia.
Si bien es cierto que siempre hubo manifestaciones populares, estas tenían por
lo general una conducción y se asimilaban a las mediaciones institucionales
(Parlamento, Partidos, Sindicatos, Justicia, Policía, Iglesia, etc), A
diferencia de otros procesos anteriores, éste tiene la particularidad de no
tener direcciones firmes o consolidadas, de no estar adscriptas o reconocerse
parte de un movimiento político específico ni de aceptar someterse a la
autoridad indiscutida de nadie.
Como es lógico, todo evento tiene una dirección. Alguien está al frente (sea un
individuo o un colectivo) o alguien es reconocido como guía. Pero en este
proceso, solo es reconocido en tanto y en cuanto responda a los deseos de la
gente, de respuesta a su reclamo. Ya no es tan abierta la posibilidad, antes
normal, que una dirección, solo con su autoridad, frene un proceso en marcha
aún en contra de lo que motivó ese proceso, sólo por la confianza que la gente
le tenía por acciones pasadas. Incluso quien llama a movilizar (y lo que pasa
en Brasil es un ejemplo) puede ser un grupo pequeño, pero que pide algo sentido
por la gente. Y la gente se suma sin banderías políticas. Solo por la unidad en
los reclamos.
Aún los gobiernos como el kirchnerista que se pararon sobre la ola de
indignación que generó la crisis del quiebre del reaganismo y sus
políticas monetaristas y “liberales” (esa crisis que ahora llegó a Europa y
EEUU), se sostienen sobre la base de responder a las demandas. ¿No es Brasil la
muestra de la poca paciencia de la gente cuando esto no se da? Como lo fueron
el 20N y el 18A en Argentina, o los paros de Moyano? La diferencia con lo
anterior en este punto es que no hay propuesta superadora......que haya surgido
aún.
En Brasil, las movilizaciones comenzaron por un llamado del Movimiento Pase
Libre (MPL) organizado por un grupo de estudiantes de San Pablo y según
una encuesta realizada en las marchas, el 71% de los manifestantes no se sentía
parte de ningún partido político. Es más, se le reclamó lo mismo a los poderes
Federal, Estadual o Municipal, sin importar que partido gobernaba cada uno.
La ciudad
de São Paulo, cuyo tránsito es uno de los más caóticos del mundo, tiene también
uno de los precios del transporte más altos y una red de metro que es
considerada insuficiente para atender la demanda de una población de más de 11
millones de personas. El precio de un billete de autobús cuesta lo equivalente
a 1,13 euro, un aumento de un 6,7%, en una ciudad en la que el sueldo mínimo
vale cerca de 266 euros.
Según datos
difundidos por el MPL, por lo menos 37 millones de brasileños dejaron de usar autobuses
por falta de dinero. “No tener acceso al transporte, es no tener acceso a la
ciudad”, dicen manifiestos del grupo, que defiende el transporte gratuito. En
São Paulo, es cada vez más notorio, el número de personas que usan bicicletas
para ahorrarse el billete, a pesar de que la ciudad no ofrece ninguna seguridad
para usar ese tipo de vehículo y del aumento de muertes de ciclistas
Como
siempre, los números están en discusión, pero al menos más de 250.000 personas hasn salido a las calles en más de 80 ciudades del país (y
ese número aumento enormemente en las marchas del jueves), superando el reclamo
inicial y protestando por los multimillonarios gastos públicos en la Copa de Confederaciones y el
Mundial y para exigir un transporte público mejor y más barato, y salud y
educación pública de calidad. Las manifestaciones se expandieron
rápidamente y la causa se amplió a denuncias contra los 15.000 millones de dólares
destinados por el gobierno al Mundial de Fútbol del año próximo. Los manifestantes piden ese dinero para viviendas degnas, salud y educación pública de calidad, en este país donde existe aún una gran brecha
entre pobres y ricos.
Por
ejemplo, se va a construir un estadio en Brasilia (con sus obras anexas) por un
valor de 500 millones de dólares, donde el equipo local juega en los que aquí
sería la B Metropolitana.
Otro ejemplo de abuso económico es en Fortaleza, donde el Gobierno tiene un proyecto de un acuario gigante que va a costar casi 100 millones de dólares, un costo muy superior a todo lo invertido en el año para combatir la sequía, que fue la mayor de las últimas décadas. En algunas
de las ciudades donde hay protestas ahora, como Minas Gerais, Brasilia, también
Río de Janeiro, uno de los temas por ejemplo es el hecho que durante el Mundial
y la Copa de
Confederaciones está prohibido manifestarse y eso es violatorio de la Constitución. Alrededor de los estadios hay dos kilómetros donde la FIFA tiene una zona de exclusión, eso significa que ahí no se pueden hacer protestas ni vender ningún producto que no sea licenciado por la FIFA entonces, muchos vendedores
ambulantes que tradicionalmente trabajaban alrededor de los estadios están
impedidos y excluidos de la fiesta.
Las
protestas ocurren en un momento de magro crecimiento económico (0,6% en el primer trimestre) y una
inflación en alza (6,5% anual en mayo, el techo de la meta oficial). Los
alimentos, a los que la población es más sensible, han subido más de 13% anual.
No
percibir el vínculo entre las calles y el ciclo histórico generalmente es
mortal para los liderazgos, más en esta época. Creer que el nexo en los casos
de las recientes protestas en San Pablo, es el aumento de 20 centavos en una
tarifa de transporte congelado desde Enero 2011, es pecar de ingenuo. Suponer
que el orden entre una cosa y otra puede ser restablecido sobre la base de
palazos y piedrazos es el pasaporte para el desastre. Desastre progresista, se
entiende. Intentar decir que los manifestantes representan a la derecha es casi
infantil. Igual, como es típico, así empezó el Gobierno “progresista” del PT,
reprimiendo con la Policía,
hasta que la masividad obligó a Dilma a reconocer la validez del pedido e
incluso llamando al PT a participar en las movilizaciones, intentando, calculo,
desviar su objetivo.
Frente a esa
presión, que ha movilizado a cientos de miles de personas, ya varios
ayuntamientos anularon el aumento de las tarifas del transporte. A la
revocación del alza se sumó este miércoles la ciudad de Sao Paulo, donde
comenzaron las protestas y que tiene como alcalde a Fernando Haddad, del PT,
quien se había mostrado reticente a aceptar las demandas del MPL.
La
democracia de a pie es muy poco respetuosa del “progresismo”, del “socialismo
nacional”, de los “izquierdistas” que aplican y avalan ajustes contra el pueblo.
En fin, por suerte, es poco respetuosa de ningún liderazgo que defeccione
aunque sea un poquito. ¡¡¡Viva esa democracia!!! ¡¡¡Todo el poder en las
calles!!! Es una buena alerta social para que, el que quiere ser “progresista”
los sea en serio