martes, 13 de agosto de 2013

¿El fin del kirchnerismo?





            Si uno se remite a la hegemonía que ese apellido logró en la última década, si, es el fin. Al menos hasta 2015, si la dama aún está con ganas de reincidir y los errores del futuro Gobierno le abren el camino. Es casi una utopía pensar en que el proceso que comenzó en esta elección se revierta. Sobre todo por la extrema verticalidad de la conducción y la cuidadosa anulación de toda variante interna que pudiese haber querido surgir.

            La ambulancia del massismo se tomó el trabajo de ir recogiendo los heridos y contusos de esta expulsión constante de dirigentes, con los cuales armó su lista. Esto le permitió mostrarse como la continuidad mejorada del kirchnerismo. Porque no ganó la oposición, si no una variante del ¿kirchnerismo? o algo surgido del mismo y mayoritariamente nutrido por el mismo. Para que ganara la oposición, tendría que haberse expresado por una acumulación de votos del radicalismo, del sector de Binner, de De Narváez o del PRO. Y esta elección, tal como mostraron las portadas de los diarios, la ganó Massa.

            Por eso es muy posible que, además de poder conseguir acuerdos con el resto de los gobernadores del peronismo (Das Neves, Busti, ¿De la Sota?, ¿Saa?, ¿y por que no pensar en los kirchneristas?), es muy posible que logre muchas negociaciones con los grandes ganadores de esta elección, los intendentes. El kirchnerismo serruchó tanto la independencia de los gobernadores que los intendentes cobraron vuelo propio. La política volvió a ser dirigida por los que tienen poder territorial concreto.

            Y, sin dudarlo, la gran perdedora de esta elección fue Cristina. Por que nadie, nadie, en su sano juicio puede considerar que esta elección la perdió el incógnito Insaurralde. A tal punto llevó la elección a nivel nacional, transformando las PASO en un plebiscito sobre su gestión, que logró que incluso el apellido Sabatella pierda en Morón.  Y así le fue, salvo en los distritos con más calidad de feudo (como Formosa). ¿Se puede esperar que los dirigentes de cierto peso propio le sean fieles hasta la inmolación? Esa nunca ha sido la versión peronista de la Historia. En su peor elección del ciclo inaugurado en el 2003, perdió un 6% respecto a la anterior elección de Diputados. Ni vale sacar la cuenta contra el 54% de las presidenciales del 2011.

            Y un pequeño detalle de cierta importancia. Hubo otro sector anteriormente de mucho peso, sobre todo en el peronismo, que en esta elección ni figuró o figuró lamentablemente, siendo otro de los grandes sectores perdedores de estas PASO: los burócratas sindicales de uno y otro sector. No pesaron ni tuvieron figuración en las listas ni en el resultado.