Si uno se remite a la hegemonía que
ese apellido logró en la última década, si, es el fin. Al menos hasta 2015, si
la dama aún está con ganas de reincidir y los errores del futuro Gobierno le
abren el camino. Es casi una utopía pensar en que el proceso que comenzó en
esta elección se revierta. Sobre todo por la extrema verticalidad de la
conducción y la cuidadosa anulación de toda variante interna que pudiese haber
querido surgir.
La ambulancia del massismo se tomó
el trabajo de ir recogiendo los heridos y contusos de esta expulsión constante
de dirigentes, con los cuales armó su lista. Esto le permitió mostrarse como la
continuidad mejorada del kirchnerismo. Porque no ganó la oposición, si no una
variante del ¿kirchnerismo? o algo surgido del mismo y mayoritariamente nutrido
por el mismo. Para que ganara la oposición, tendría que haberse expresado por
una acumulación de votos del radicalismo, del sector de Binner, de De Narváez o
del PRO. Y esta elección, tal como mostraron las portadas de los diarios, la
ganó Massa.
Por eso es muy posible que, además
de poder conseguir acuerdos con el resto de los gobernadores del peronismo (Das
Neves, Busti, ¿De la Sota?,
¿Saa?, ¿y por que no pensar en los kirchneristas?), es muy posible que logre
muchas negociaciones con los grandes ganadores de esta elección, los
intendentes. El kirchnerismo serruchó tanto la independencia de los
gobernadores que los intendentes cobraron vuelo propio. La política volvió a
ser dirigida por los que tienen poder territorial concreto.
Y, sin dudarlo, la gran perdedora de
esta elección fue Cristina. Por que nadie, nadie, en su sano juicio puede
considerar que esta elección la perdió el incógnito Insaurralde. A tal punto
llevó la elección a nivel nacional, transformando las PASO en un plebiscito
sobre su gestión, que logró que incluso el apellido Sabatella pierda en
Morón. Y así le fue, salvo en los
distritos con más calidad de feudo (como Formosa). ¿Se puede esperar que los
dirigentes de cierto peso propio le sean fieles hasta la inmolación? Esa nunca
ha sido la versión peronista de la Historia.
En su peor elección del ciclo inaugurado en el 2003, perdió
un 6% respecto a la anterior elección de Diputados. Ni vale sacar la cuenta
contra el 54% de las presidenciales del 2011.
Y un pequeño detalle de cierta
importancia. Hubo otro sector anteriormente de mucho peso, sobre todo en el
peronismo, que en esta elección ni figuró o figuró lamentablemente, siendo otro
de los grandes sectores perdedores de estas PASO: los burócratas sindicales de
uno y otro sector. No pesaron ni tuvieron figuración en las listas ni en el
resultado.