(o la larga huella del
menemismo)
Esto no es más que una nueva muestra
de la unión carnal entre neoliberalismo y “izquierda progresista” (perdón por
el bastardeo de la palabra izquierda, pero es el uso en los medios) que tiene
su máxima expresión en los gobiernos de casi toda América Latina. Es la
continuidad de las políticas privatistas de los 90, de las políticas de
primarización, del auge extractivista y el aumento de la extranjerización
(fundamentalmente monopólica) de la economía, conjugado con un reparto de
subsidios y asignaciones sociales junto a un mantenimiento del salario y la
jubilación y concesiones democráticas en Derechos Humanos y otras (sin por eso dejar
de mantener el aparato y las leyes represivas –Ley antiterrorista, Milani,
judicialización de más de 4.000 luchadores sociales y sindicales, etc).
Aunque el Gobierno
anuncia la “reestatización” del FFCC, el Proyecto de Ley enviado por el
ministro Randazzo al Congreso sólo habla de una “política de reactivación”
ferroviaria. Limpia de un plumazo la posibilidad de investigar 20 años de
vaciamiento y miente sobre el futuro. Si no, tendríamos que creer que Macri se
volvió estatista, ya que el diputado Federico Sturzenegger adelantó en el
plenario de comisiones de Diputados el apoyo del macrismo.
El artículo 2° consagra
“la participación pública y privada en la prestación y operación de los
servicios ferroviarios”. Plantea “renegociar los contratos de concesión” en el
transporte de cargas: Nuevo Central Argentino (Aceitera Deheza), Ferroexpreso
Pampeano (Techint) y Ferrosur Roca (Cementera Camargo Correa). Son sectores
rentables. La ley sólo relativiza el control de los actuales concesionarios al
plantear que estos ramales deben ser abiertos a todos los “usuarios” que se
anoten en un Registro especial, algo reclamado por otros grupos exportadores de
granos y minerales.
También plantea la “renegociación” de los contratos de concesión
en sectores del transporte de pasajeros como el FFCC Urquiza (grupo Roggio) y
Belgrano Norte (Emepa). En su artículo sexto consagra la mantención de la
Sociedad Belgrano Cargas y Logística SA. En el Belgrano Cargas, que abarca 13
provincias y todo el corredor de la soja, está la crema del negocio. Hoy de la
reconstrucción por parte de los chinos, y mañana de la administración. Su
modernización, encarada en los acuerdos leoninos con China, es una exigencia
del Banco Mundial y de las grandes compañías exportadoras para abaratar el
costo de la logística argentina. Se trata de una inversión del
Estado de 6.000 millones de dólares “para entregar a las economías regionales”
según el presidente Marcelo Bosch, hombre de confianza del capital financiero y
agroexportador.
El proyecto permite
(art. 15) “la gestión de los sistemas de control de circulación de trenes y el
mantenimiento de la infraestructura ferroviaria (por) terceros o asociada a
terceros”. Mantiene en pie la tercerización (superexplotación) de los
trabajadores. El capital chino al hacerse cargo del mantenimiento crea en los
hechos una gran tercerizada. La lucha contra esto costó la vida de Mariano
Ferreyra (y centenares de despidos y persecuciones) por la patota de Pedraza.
El proyecto del Gobierno incorpora al directorio a dos burócratas sindicales,
es decir, continúa el pacto de la trilogía que condujo al crimen de Mariano.
Tampoco plantea ningún tipo de auditoria, ni inventario de
los bienes que el Estado pasa a “administrar” en forma directa. Es un operativo de encubrimiento: habría que rendir cuentas de 100
mil millones de pesos en subsidios otorgados en la “década” a concesionarias.
Estas han desviado los subsidios a su patrimonio y nuevos negocios, en lugar de
invertirlos en mantenimiento.
Las movilizaciones
contra el crimen de Mariano y por la masacre de Once obligaron a medidas que
llegaron mal y tarde. El Gobierno primero cerró contratos con los chinos para
importar vagones y repuestos y luego envió el proyecto que crea ferrocarriles
argentinos. Un superendeudamiento que golpea cualquier industrialización
nacional. Ya no es el vaciamiento indiscriminado. Hay una reconstrucción
selectiva, parcial, otra vez privatista, desindustrializadora y basada en
endeudamiento, sobre las ruinas del viejo ferrocarril.
El menemismo sigue vivo en
la minería extractiva, en las concesiones petroleras (Chevrón, etc), en la
adquisición de empresas por monopolios extranjeros (Quilmes, Loma Negra, etc), en la baja industrialización y baja tecnología de punta
de las industrias y en los servicios privatizados (teléfonos,
subtes, electricidad, gas, ferrocarriles, etc) de la mano de Nestor y Cristina.
Con la misma falta de control, con los mismos contratos (en esencia). Menem
podría citar a Ruiz de los Llanos diciendo: “Si te dicen que he
muerto…desconfía”
Basado en el artículo de Infobae del 29-03-15 de Nestor Pitrola
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