Como si fuera un enfrentamiento entre barras
simpatizantes de dos clubs de futbol, la campaña electoral bastardea las ideas
hasta reducirlas a polvo. Ella o vos, dice De Narváez, con una anemia de
propuestas preocupante. La política que más te gusta, dice Donda, quizá
aprovechando los atributos de su juventud, lo cual es (aún desde la mejor
mirada) una miseria de planteo programático. Basta de corrupción, anuncia
Stolbizer (que supo apoyar la candidatura de quien usó la Banelco y realizo la
inmensa estafa del blindaje y del mega canje y la expropiación del 13% a
jubilados y estatales) sin que siquiera se sonroje ni pida disculpas. Por un
cambio ético, desliza Binner mientras no tiene idea como arreglar la mafia que
bajo su Gobierno se armó en Santa Fé con la narco Policía. Y así podrían pasar
uno tras otro cada uno de los posibles candidatos de la oposición (Macri no, no
da el pinet, todavía), salvo la izquierda (que tiene propuestas, pero la contra
que el sujeto social e histórico - la clase obrera - no las asimila como
propias).
En ese marco, como dice el dicho (valga la
redundancia), en el país de los ciegos, Cristina es la reina. Al menos tiene
donde agarrarse. Y se permite correr con el cuatro de copas a una oposición que
sólo puede (Lanata mediante) sacar denuncias de corrupción, algunas serias y
otras que son puro humo. Pero, en estos tiempos de la política, con denuncias
de corrupción no se cambia un Gobierno que, mejor o peor, sostiene un nivel
aceptable de actividad económica, mantiene un chorro sostenido de ayuda social
y las cuentas de la Nación
(maquilladas o no) en un nivel considerablemente bueno para un mundo donde los
países ricos de Europa viven en crisis.
El único problema del kirchnerismo o del cristianismo
es dentro de sus filas. Scioli, Massa ¿son oficialistas u opositores? ¿Logrará
unificar a todos bajo una misma candidatura? ¿Tendrá que permitir que los
“barones del conurbano” sean los grandes electores y no ella? ¿Llegará a armar
un candidato alternativo (Alicia Kirchner, Sabatella, ...) antes del 2015?
Cristina llega a las elecciones de medio término con
un caudal importante, no tan mellado como les gustaría a la opo y sin nadie que
esté dispuesto, a esta altura, a saltar el charco. Después de todo, ninguno
tiene diferencias con el “modelo”. Es funcional a Scioli o a Sabatella. Uno
puede tener una cara más seria o abrir más el juego a la derecha y el otro
tener una pose más “progresista” (un término tan ambiguo que lo inauguró De la Torre para defender la
oligarquía santafesina y lo uso Allende para ser candidato de Duhalde).
Todos están de acuerdo en esta adaptación a los
tiempos modernos del Plan Pinedo, basado ahora en la tecnología verde (que hizo
ampliar los niveles de cosecha casi nueve
veces) y el aumento de los commodities, con la sustitución de importaciones que
ese desarrollo agrícola necesita, los nuevos avances que esta desarrollando
(biodiesel, p. ej) y el avance (con degradación ambiental incluida) en la
rapiña de los minerales (que por suerte se da lejos de las grandes ciudades). También
todos están de acuerdos en mantener la
Ley antiterrorista, impedir a toda costa la democracia en los
sindicatos (para mantener en los sillones a muchachos con los que es fácil
negociar) y judicializar la protesta (4000 dirigentes imputados da muestra de
ello).
¿Que tiene la oposición para ofrecer ante esto?
Volver a la primarización de la economía como hicieron Martínez de Hoz y todos
los que le siguieron hasta que el país estalló. Es decir, transformar la renta
agraria en renta financiera y punto. Es tan impresentable que no se puede
decir. Si para el modelo actual hay diez millones de argentinos que sobran,
para el otro sobra el doble.
Y, aunque sea pobre, estas son las opciones a elegir.
Si ninguno de Uds está entre el ¼ de ilotas sin destino que quedó de rémora de
los militares y la Argentina
del Primer Mundo, hasta puede ser pasable. No aparece en el horizonte ninguna
propuesta que mejore lo actual. En ese panorama, si el Gobierno pisa fuerte en
estas elecciones, las peleas de entre casa se pueden resolver. A la masa
global, la que pesa en los votos, la que vive fuera del gueto de la antigua
Capital y sus barrios de lujo periféricos, le da lo mismo Scioli, Alicia, Massa
o Sabatella. Y a muchos de los que viven
en ellos también, si pueden conservar sus 4 x 4 y sus departamentos en
alquiler.
La política,
después de todo vive en el reino de lo real y lo posible. y no tiene como fin
gustarle a nadie, si no ganar elecciones y poder para el sector económico que
representa.
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