jueves, 19 de febrero de 2015

El 18#F, el vacío de poder y las elecciones


           
            Más allá de la evaluación de las cifras (escribí a pie de página un aporte a las matemáticas de las manifestaciones), la marcha de ayer fue importante, incluso se podría decir, muy importante. Pero políticamente inoperante. No porque uno pueda estar de acuerdo o en desacuerdo con la misma. Si no porque esa marcha no deja réditos a nadie. Como tantas otras marchas de la oposición que ya hubo y su conmoción duró como mucho una semana. ¿Por qué? Veamos.

            La marcha de ayer fue una marcha por la negativa o por una positiva difusa (lo cual puede ser casi lo mismo). Aunque no estuviera dicho textualmente en la convocatoria, fue una marcha que sirvió para que confluyan las personas indignadas por el asesinato/suicidio de Nisman, las que descreen de la Justicia (curioso porque fue llamada por fiscales), las que se oponen al Gobierno en general o a alguna de sus políticas, junto a otra cantidad de motivaciones posibles.
¿A quién responde esa masa reunida? ¿Qué político, que organización, que programa es capaz de contenerlas y convocarlas? Ninguno.

            En todo el mundo (y también, obvio, en Argentina) hay  cada vez menos referentes políticos. la gente cada vez confía menos en los dirigentes. No encuentra propuesta por la positiva que la entusiasme. A lo sumo apoya a quien se diferencia del resto por alguna medida incluso de tipo asistencial diferente, aunque sea consciente que no haya en ello una salida de fondo. La orfandad permite ser “progresista” con subsidios, asignaciones y mejoras salariales, mientras se continúa con la primarización de la economía, la extranjerización de los recursos y la privatización de los servicios (esa es la característica de casi todos los Gobiernos de “”izquierda”” (vale la doble comilla en este caso) de América Latina. salvo puntuales excepciones.

            Las marchas y movilizaciones solo tienen efecto cuando surgen de la gente y cuando pasan a la acción por consignas, a veces insignificantes (por ejemplo, no al aumento de 5 centavos en el boleto, en Brasil). Una marcha como la de ayer (tenga 150 o 500 mil participantes), vale menos que la acción de 10 mil personas cortando un acceso por un reclamo de corte de luz. Porque la primera no deja nada y la segunda puede ser el inicio de una organización popular.

            En todo el mundo (desde la caída del Muro de Berlín) hay un gigantesco vacío de poder (que es eso que expliqué al inicio, nadie dirige a nadie, dicho groseramente) y es muy peligroso todo lo que pueda dar pie a cualquier tipo de organismo que cubra (aunque sea mínimamente) ese vacío de poder. Las masas están a la deriva y quien se erija en su referente puede lograr lo impensable.

            Pensemos en Podemos (España) o Syryza (Grecia), en la meteórica evolución de Chávez, de Evo, del propio Kirchner. La gente está esperando respuesta y, donde la encuentra, rompe los diques y las tradiciones, vacía a los viejos partidos y sindicatos. Ese es el gran peligro. Mientras no surja esa figura, los que dominan son los únicos que tienen la tribuna abierta, con la gente escuchando sus discursos = los medios. Pero no creamos que su poder sea ilimitado. Tampoco pueden organizar nada. Tampoco pueden ir por la positiva.

            Por eso, estas elecciones pueden dar sorpresas. Una posible es que, si la oposición no logra dar una propuesta creíble y convincente (y está lejos de hacerlo), el kirchnerismo continúe como la menos mala de las opciones. ¿Por qué?  Porque nadie puede ofrecer nada.

            ¿Transporte y servicios públicos confiables, baratos y eficientes? Para eso habría que plantear la nacionalización con fuertes inversiones y nadie está dispuesto a ello (el pago de la Deuda Externa lo impide) ¿Dejar de pagar la Deuda? No figura en la idea de ningún candidato. ¿Una reforma impositiva para gravar a los ricos? Ni lo sueñen. Todos los candidatos son ricos o representantes de los ricos. ¿Eliminar la corrupción policial y las mafias? Imposible, todos viven y conviven con ellas, desde Macri (barra brava de Boca - Fino Palacios ) hasta Binner (narcopolicía rosarina). Eso hace que no se diferencien demasiado y, si ninguno convence mucho, mejor dejar el que está, que tan mal no lo hizo hasta ahora. Pero eso no llena las necesidades, que continúan insatisfechas, no cubre los vacíos, no termina de convencer.

            El camino está abierto para que surja un fenómeno que dé respuesta. Por ahora, ante el giro a la derecha de toda las estructuras políticas existentes (Solanas y Binner son la muestra), el camino está abierto a la izquierda. Pero esta tiene que sintonizar con la gente. Ya hubo muestras de esa posibilidad.             Mientras no se dé, toda martingala es posible (que Del Ser gane en Santa Fé, que Stolbizer haga una buena elección en Buenos Aires, etc.).  Pero, en esencia, nada se modifica y las cuentas siguen pendientes.



Las marchas y los números


            Cada vez que hay un acto, marcha o manifestación, tanto de la oposición, del oficialismo o incluso de un concierto, escucho las más alocadas cifras de participantes. No de esta marcha, de todas. La Policía Metropolitana (Macri dixit) calculó en 500.000 el número de participantes. Dejemos que las matemáticas hablen.

            Partamos de un hecho fácilmente comprobable. En un metro cuadrado (m2.) no entran más de 4 personas en un acto (gente quieta, sin moverse) y no más de 3 (en realidad no más de 2 ½) de gente en movimiento.

            La Plaza de Mayo ocupa dos manzanas del radio viejo de la ciudad y, en la parte más angosta (la del Cabildo) es una manzana más chica que el resto. Esto es 200 metros por 100 metros =  20.000m2. de tope a tope. Eso nos da un máximo de 80.000 personas en la Plaza.

            Cada avenida (de Mayo o las Diagonales) tiene, de vereda a vereda, entre 15 y 16 metros. Tomemos 16 por 100 = 1.600m2.por cada cuadra máximo. En marcha contemos 3 personas por m2., eso da 4.800 personas por cuadra. Si toda Av. de Mayo está llena hasta la 9 de Julio y dos cuadras de cada una de las Diagonales también, sumaríamos  9 cuadras = 14.400. Calculemos que Av. de Mayo está llena hasta el Congreso = 14.400 personas más.

            Todo eso nos da 108.800 personas. Exagerando muuuuuuuuuuucho 150.000. Y estaríamos hablando de uno de los actos, marchas o manifestaciones más concurridos que se tenga memoria (p. ej. los primeros 24 de Marzo desde el 83).

            Para juntar 500.000 personas hace falta llenar más de seis Plazas de Mayo a tope, o 38 cuadras de la 9 de Julio (tiene 10 carriles de tránsito de 3.25 cada uno = 32.5 x 100 = 3.250 x 4 = 13.000 x 38 = 494.000.-) Y todos sabemos que no hay 38 cuadras de la 9 de Julio.

            Las pasiones políticas son subjetivas. Los números y cálculos de la matemática, no



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